Interesante lo que el director Dan Trachtenberg (“Depredador: la presa”) nos propone con “Depredador: Tierras Salvajes”. Mientras que la película original con Arnold Schwarzenegger se desarrollaba como una suerte de slasher donde los adolescentes cachondos eran reemplazados por comandos musculosos, y el asesino serial por un alienígena con dreads, esta nueva entrega de la franquicia se aleja de aquellos orígenes, entregándonos algo totalmente distinto. Haciendo uso de elementos más propios de la ciencia ficción pura y la fantasía espacial, “Depredador: Tierras Salvajes” se lleva a cabo como un blockbuster casi familiar, repleto de acción y con algunos toques de humor.
Es decir, aquella oscuridad, aquel terror inherente a la propuesta de los años ochenta se ha esfumado.
Evidentemente, cada espectador tendrá que decidir si esto le parece algo bueno. A ojos de este crítico, “Depredador: Tierras Salvajes” es un experimento interesante pero finalmente irregular, casi como si 20th Century Studios estuviese probando la viabilidad de esta franquicia como un vehículo para historias de todo tipo de géneros y estilos. El resultado es, pues, la entrega de la saga que más se siente como un blockbuster convencional, no tan interesado en juegos de caza o ejercicios de suspenso, sino más bien en espectacularidad digital: peleas mano a mano, monstruos gigantes, androides habilidosos, y referencias a otras franquicias.

Nuevamente, esto les gustará a algunos, pero ciertamente alejará a otros.
Por primera vez, nuestro protagonista es un Depredador, o mejor dicho, un alienígena de la raza Yautja. “Depredador: Tierras Salvajes” comienza en el planeta Yautja Prime, donde vemos a Dek (Dimitrius Schuster-Koloamatangi) entrenando con su hermano mayor Kwei (Michael Homick). Resulta que el chico es considerado como la oveja negra del clan, especialmente por su padre, quien incluso quiere asesinarlo para no perder el honor y tener que arrastrar un eslabón débil. No obstante, Kwei decide proteger a su hermano y se sacrifica para salvarle la vida, mandándolo en su nave al Planeta de la Muerte, donde debe dedicarse a buscar su presa y así recuperar el honor del clan.
Sin embargo, Dek está más interesado en la venganza que en otra cosa, por lo que se empeña no solo en encontrar a un monstruo gigante (y aparentemente invencible) para cazar, sino también en salir del planeta para ir en busca de su padre. Es en dicha travesía que se encuentra con Thia (una excelente Elle Fanning), un androide de la empresa Weyland-Yutani (¡sí, la de la saga “Alien”!) que le propone un trato. Si Dek la ayuda a encontrar las piernas que perdió en un ataque, ella lo ayudará a encontrar su presa. ¿El problema? Primero que están en uno de los planetas más peligrosos del universo, donde todo parece querer comer a nuestros protagonistas. Y el segundo, que la “hermana” androide de Thia, Tessa (Fanning también) la está buscando, y no con buenas intenciones, precisamente.
Lo más interesante que hace “Depredador: Tierras Salvajes” es entregarnos una historia sin humanos, donde nuestros protagonistas son un Yautja y un androide, y todos los antagonistas son… más androides. Esto resulta en una aventura muy centrada en elementos de ciencia ficción, donde no solo tenemos monstruos, sino también naves espaciales, armas y tecnología futurista de todo tipo, y hasta loaders como los que vimos en “Aliens”, de James Cameron. Mientras que, al situarse en la Tierra, la mayoría de películas previas lograban manejar una cercanía y relativo realismo que resultaba intrigante y terrorífico, acá se ha abandonado todo eso para desarrollar una experiencia totalmente fantástica y ligera.

Porque “Depredador: Tierras Salvajes” es, además, la primera entrega principal de la saga en no ser para mayores de 18 años… y se nota. Sí, hay harta baba y sangre fosforescente de alien y robot decapitado (en general, se trata de una película bien “jugosa”), pero toda la violencia se siente limitada, censurada. Si comparan lo que Trachtenberg hace acá con los cadáveres despellejados y matanzas de las primeras dos cintas, o incluso con los encuentros entre nativos y Depredador de “Depredador: la presa”, este nuevo filme termina decepcionando. Es ahí también, pues, donde se notan las ambiciones más mainstream que tiene esta entrega en comparación con sus predecesoras.
Lo cual no quiere decir que esté mal hecha. De hecho, “Depredador: Tierras Salvajes” es una película entretenida, llena de secuencias de acción espectaculares, criaturas impresionantes (destacan un “mono” del que nuestros protagonistas se hacen amigos, las plantas que lanzan dardos, los gusanos explosivos, y por supuesto, la presa enorme de Dek) y sólidos efectos visuales. Además, uno sí se llega a acostumbrar a este Depredador súper conversador, cuyos diálogos —que son un montón— son todos hablados en el idioma de los Yautja. Al inicio, puede parecer raro tener un Depredador tan… bueno, humano, especialmente si se le compara al antagonista de la película de McTiernan. Pero eventualmente, uno se da cuenta de que humanizar a la criatura es precisamente el punto de “Depredador: Tierras Salvajes”, y en ese sentido, el filme funciona.

No obstante, va a resultar interesante ver si es que el público termina aceptando esta nueva versión del Depredador. Un alienígena que, lejos de ser un guerrero excepcional, es más bien el paria de su clan, supuestamente más débil que el resto, y todavía bastante torpe. No obstante, es aquella caracterización la que sirve, justamente, para otorgarle un arco de personaje claro, a través del cual debe crecer, madurar, hacerse más fuerte y cobrar venganza. Sus interacciones con Thia, además, son de lo mejor que “Depredador: Tierras Salvajes” tiene para ofrecer, especialmente gracias a la actuación carismática y apropiadamente robótica de Elle Fanning. Lo que inicialmente podría haber parecido ser una decisión de casting cuestionable, termina siendo el arma secreta de la película.
Al final, sin embargo, no puedo decir que sea un gran fanático de “Depredador: Tierras Salvajes”. El balance general es positivo —con las justas— gracias a que la película está bien dirigida y cuenta con efectos visuales impresionantes, una Elle Fanning muy divertida y una expansión satisfactoria del lore de los Yautja. Pero por otro lado, se trata de una propuesta extremadamente distinta a sus predecesoras, que no solo intenta humanizar y vulnerabilizar al Depredador, sino también entregarnos una historia de violencia censurada, carente de aquella dureza y oscuridad tan propia de los filmes anteriores (especialmente los primeros dos). Agradezco que Trachtenberg se haya arriesgado con “Depredador: Tierras Salvajes”, pero no creo que dicho riesgo haya valido del todo la pena. La película no está mal, pero de las recientes, me quedo con “Depredador: la presa”.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, la OFCS – Online Film Critics Society y la IFSC – International Film Society Critics, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja la cuenta de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.


Muy buena