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CRÍTICA: Depredador (1987) – Schwarzenegger en su mejor momento

CRÍTICA: Depredador (1987) – Schwarzenegger en su mejor momento

Sebastian Zavala Kahn

Crítico de cine

Depredador” es una de esas películas a las que resulta fácil regresar. Es una experiencia digerible, entretenida, que hace mucho con poco, y que demuestra que un largometraje se puede sostener, básicamente, gracias a una excelente (y sencilla) premisa, y un reparto que no podría estar en su mejor momento. Después de todo, “Depredador” cuenta con dos expolíticos (Arnoldo y Jesse Ventura), un legendario actor de reparto (Carl Weathers), un director y guionista que no suele actuar (Shane Black) y al mismísimo Optimus Prime (Peter Cullen) interpretando la voz del alienígena del título. O bueno, sus rugidos. Supongo que por eso no aparece en los créditos finales.

Pero me estoy adelantando. Si nunca han visto “Depredador”, sepan que se trata de una de las mejores películas de acción norteamericanas de todos los tiempos: una increíble mezcla de bíceps enormes, armas de fuego más grandes, sangre y un poco de ciencia ficción. Y si, como Vuestro Servidor, la han visto incontables veces, supongo que ya sabrán, también, que verla en el Año de Nuestro Señor 2025 es igual de entretenido que haberlo hecho hace casi cuarenta (¡!) años. Por algo la franquicia sigue vigente, no solo gracias a la reciente “Depredador: La Presa”, sino también a la próxima a estrenarse “Depredador: Tierras Salvajes”, del mismo director, Dan Trachtenberg. No se me ocurría mejor momento, la verdad, para escribir sobre una de mis películas ochenteras favoritas.

Ahora, si bien es buena idea ver “Depredador” sin saber mucho sobre la trama, mucho se ha escrito a lo largo de los años sobre cómo el filme comienza con un spoiler. Mucho del suspenso (felizmente no todo) de la historia se basa en el misterio de la criatura que persigue a nuestros personajes en la selva. ¿Quién será? ¿Cómo será? ¿De qué sería capaz? Pero por alguna razón, el legendario director John McTiernan decidió comenzar “Depredador” con un plano de una nave espacial llegando a la Tierra. Si no sabían que la cinta trataría sobre un alienígena asesino, McTiernan y su equipo se aseguraron de aclararlo durante literalmente los primeros segundos de su historia. Ya dependerá de cada espectador si esto les funciona, o no.

En todo caso, sepan que nuestro protagonista es Dutch (Schwarzenegger, más inmenso que nunca), un ex militar convertido en caza recompensas, dedicado a resolver problemas geopolíticos en los lugares más recónditos del mundo. Es por eso que es llamado por el General Phillips (R.G. Armstrong) para que, junto a un equipo que él ha armado, vaya a la selva sudamericana (nunca especifican en qué país; ¡típico!) para rescatar a unos hombres que han sido capturados (o probablemente asesinados) por la milicia local.

Es así que Dutch se reencuentra con su amigo Dillon (Weathers), en una de las escenas más famosas de la película: la del saludo de manos más macho de la historia. Habiendo aceptado la misión, nuestro protagonista se embarca a la selva no solo con Dillon, sino también con Mac (Bill Duke); Blain (Jesse Ventura); Billy (Sonny Landham); Poncho (Richard Graves), y Hawkins (Shane Black). Todos son una variación del mismo arquetipo de soldado súper macho (con la posible excepción de Hawkins). Al llegar, parece que la misión no se diferencia mucho de cualquier otra aventura en la selva para estos militares, pero pronto se encuentran con una fuerza inesperada que deja a sus presas despellejadas y colgadas de los árboles: el Depredador del título.

Lo interesante de “Depredador” —y mucho se ha escrito al respecto—, es que se lleva a cabo como una suerte de slasher de horror, solo que en vez de tener a un grupo de adolescentes cachondos siendo asesinados uno por uno por un criminal, tenemos a un grupo de militares súper musculosos siendo asesinados uno por uno por un alienígena. Es una idea brillante, que no solo convierte a estos iconos del cine de acción ochentero en figuras sorprendentemente vulnerables, sino también al Depredador en un personaje inmediatamente ejemplar: en un enemigo formidable que ni los machos más machos que la Tierra puede ofrecer son capaces de derrotar inmediatamente.

En ese sentido, resulta interesante, también, que la única sobreviviente de cierta masacre en la selva ejecutada por el Depredador sea Anna (Elpidia Carrillo), una mujer supuestamente (no realmente) frágil, y sin el entrenamiento con el que el equipo de Arnoldo cuenta. Esto nos da a entender que el Depredador no es un enemigo que debe ser derrotado con fuerza bruta, sino más bien con maña e inteligencia. Es por eso que la película en general puede ser considerada como una suerte de cierre triunfal para el cine de acción americano de los ochentas, donde los protagonistas no eran ni particularmente astutos ni habilidosos, sino más bien inmensas máquinas de matar. Lo que hace “Depredador” es situar a ese tipo de personajes en un contexto donde sus tácticas de siempre simplemente no funcionan.

Consideren, entonces, la infame escena de disparos en medio de la selva. Apenas uno de nuestros protagonistas nota al Depredador, comienza a disparar por todas partes, y sus compañeros se le unen, con el Blain de Jesse Ventura, incluso, utilizando una minigun absurdamente gigante y poderosa. Al final no le dan absolutamente a nadie, lo cual se puede interpretar como un comentario de las tácticas exageradas y poco útiles que estos personajes solían usar en sus películas previas. En ese sentido, el Dutch de Arnoldo se puede considerar como una suerte de sátira de su personaje en la grandiosa “Commando”, John Matrix. Matrix podía disparar a lo loco y matar a gente por montones, resolviendo todos sus problemas. Dutch no puede hacer lo mismo en “Depredador”, lamentablemente.

Ahora bien, si “Depredador” funciona, es también gracias al diseño del personaje central. Inicialmente interpretada por un no tan famoso Jean-Claude Van Damme en un traje naranja de langostino (no, en serio), la criatura fue finalmente cambiada al diseño que todos conocemos hoy en día, para ser interpretada por un altísimo Kevin Peter Hall. Y felizmente, porque el Depredador del título es uno de los alienígenas más reconocibles y aterradores de la historia, especialmente una vez que se quita la máscara y nos muestra sus horrendas mandíbulas. Es un diseño extraño si se describe (¿dreads, fishnets en sus piernas Y una risa extrañamente humana?), pero que en el contexto de la historia funciona perfectamente.

Es así, pues, que “Depredador” concluye con un enfrentamiento entre Arnoldo y la criatura. No una pelea mano a mano, sino más bien una suerte de batalla de ingenio, donde el primero le tiende trampas al segundo, mientras se cubre de lodo para que la visión infrarroja de su enemigo no lo detecte. Para muchos se parece bastante a lo que Kevin McAllister haría tres años después en “Mi Pobre Angelito”, y ciertamente no se equivocan. Pero en el contexto de “Depredador”, nos muestra a un personaje previamente enfocado en la violencia y los disparos por doquier, convertido en alguien que se da cuenta de que debe usar su inteligencia (y no tanto sus enormes músculos) para derrotar a su contrincante. Aunque al final, sí llega a correr tan rápido que logra escapar de una explosión que, en la secuela, se revela destruyó varios kilómetros cuadrados de selva. ¡Para algo tenían que servirle sus cualidades sobrehumanas a Schwarzenegger!

Puede que hayan salido varias secuelas después, muchas de ellas bastante buenas —de hecho, la única que considero verdaderamente mala es “El Depredador” (2018), de Shane Black, sobre la que mi opinión ha variado bastante con el paso del tiempo—, pero la original sigue siendo la mejor entrega de la franquicia. La película de McTiernan (director, dicho sea de paso, de otros clásicos, como “Duro de Matar” o “La caza del Octubre Rojo”) sigue funcionando hoy en día gracias a su espectacular mezcla de acción, ciencia ficción y comentario sobre la naturaleza de los héroes de acción de los años ochenta. Si no fuese por el plano inicial de la nave y algunas caracterizaciones planas, sería perfecta. Pero como siempre digo: una película no tiene que ser perfecta para ser un clásico o un favorito de muchos. Y ese ciertamente es el caso de “Depredador”.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, la OFCS – Online Film Critics Society y la IFSC – International Film Society Critics, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja la cuenta de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.