Lo más curioso de “La secta”, un thriller lleno de potencial que acaba de llegar a HBO Max, es que cuenta con un protagonista frustrantemente pasivo. El talentoso (y siempre infravalorado) Eric Bana interpreta a Ben Monroe, un psicólogo social y autor americano que se ha mudado a Berlín luego de divorciarse de su esposa, y que comienza a meterse en la investigación de una serie de misteriosas muertes que podrían estar ligadas a un culto. Esto, lógicamente, podría resultar en una experiencia intrigante y llena de suspenso, pero lamentablemente ese no es el caso. De hecho, poco sucede en “La secta”, lo cual es doblemente decepcionante considerando el reparto tan bueno con el que cuenta.
En todo caso, algo de esfuerzo hay acá por hacer que la historia no sea tan sosa. Aparte de la investigación central, “La secta” desarrolla toda una trama relacionada a Monroe y su hija adolescente, la desesperante Mazzy (Sadie Sink, de “Stranger Things”), y a el poco caso que le hace en un contexto bastante peligroso para una chica de su edad. Previsiblemente, sin embargo, lo que hace el guion del también director Jordan Scott (basado en la novela “Tokyo” de Nicholas Hogg) es juntar la trama personal con la criminal, obligando así a Ben a reaccionar frente a lo que le podría suceder a su francamente irresponsable hija. En teoría, esto debería funcionar: no solo hay toda una narrativa llena de potencial misterio, si no también un riesgo personal para nuestro protagonista.

Pero no, el producto final lamentablemente se queda en el medio. Y mucho se debe a lo mencionado líneas arriba: Ben es un protagonista increíblemente pasivo. Se supone que es un tipo inteligente, y se supone que quiere mucho a su hija. Y entiendo que todo el punto es que no le hace mucho caso, y que prefiere concentrarse en terminar de escribir su libro, y en salir con una nueva novia en potencia, la investigadora Nina (Sylvia Hoeks). Pero una vez que Mazzy comienza a hacer y deshacer como le da la gana, y a salir con un chico claramente desequilibrado llamado Martin (Jonas Dassler), uno esperaría que Ben haga algo. Especialmente considerando la gran cantidad de chicas que están muriendo en la ciudad y sus alrededores, sus cuerpos apareciendo con una concha en el interior de sus bocas.
Pero no. Por más de que Bana sea un excelente actor, capaz de inyectarle carisma a un personaje que en el guion no podría ser más aburrido y, nuevamente, pasivo, su Ben termina siendo un protagonista terrible. Un padre que superficialmente es buena onda, pero que no parece estar muy interesado en lo que su hija hace ni dentro ni fuera del colegio. No ayuda, además, que Mazzy esté escrita de la forma más irritante posible. Entiendo que se trata de una adolescente rebelde, pero resulta alucinante que la pobre chica no tenga ningún tipo de instinto de supervivencia; comienza a salir con el primer chico que encuentra en Berlín (literalmente), que además tiene cara de drogado, y cuando este comienza a llevarla a eventos organizados por un culto, luego de haberle mandado videos absurdos, ella simplemente… acepta.
No resulta imposible, entonces, odiar a los protagonistas de “La secta”, lo cual ya de por sí es un problema. Es un problema porque convierte a la experiencia de ver el filme en una de frustración constante, y porque a nivel narrativo, hasta se podría argumentar que, quizás a propósito o quizás no, “La secta” termina culpando un poco a las víctimas de lo que les pasa eventualmente. Casi como si estuviese diciendo que estas chicas aparecen muertas porque son distraídas o tontas, y porque sus padres no les hacen caso o hasta no las quieren. No es necesario aclarar lo problemático que es esto, y bueno, también lo poco efectivo que es para desarrollar buen drama en una película.

Ahora, si “La secta” no es un desastre absoluto, no es solo gracias al trabajo de Bana (soy su fan eterno, lo siento), si no también, curiosamente, a lo que hace con la secta en sí. Su lideresa, por ejemplo, es de sumo interés. Interpretada por Sophie Rois, la siniestra Hilma se nota a leguas tiene intenciones perturbadoras, pero a la vez, resulta extrañamente convincente cada vez que le habla sobre su ideología a sus seguidores. Y más importante: tiene buenos puntos. Habla sobre como la humanidad ha estado destruyendo el planeta, y sobre como el consumismo nos está matando a todos (todo correcto). Los problemas vienen, por supuesto, con los asesinatos y el uso desmedido de drogas y la manipulación. Pero sus puntos, por lo menos, son válidos en teoría.
Un pena, entonces, que al final el personaje se termine convirtiendo en una villana de caricatura. O que cierto giro narrativo relacionado a un personaje secundario no sea particularmente sorprendente. O por supuesto, que Eric Bana esté tan desperdiciado en una historia que no parece estar muy interesada en empatizar con él. “La secta” no es horrible porque cuenta con una buena dirección de fotografía, actores talentosos y buen ritmo, pero considerando todo el potencial con el que contaba su premisa central, definitivamente esperaba más. Si son fans de Bana como yo, mejor vean la serie “Indomable” en Netflix. Está mejor escrita, aprovecha mejor los talentos del australiano actor, y encima ya se confirmó que tendrá segunda temporada. Más no le podríamos pedir.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

