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CRÍTICA: La tumba de las luciérnagas (1988) – una obra maestra animada del cine de guerra

CRÍTICA: La tumba de las luciérnagas (1988) – una obra maestra animada del cine de guerra

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

“La tumba de las luciérnagas” es el tipo de película que demuestra que la animación no es un género, si no más bien una forma de arte que ES parte del cine. Narrándonos una historia que quizás hubiese podido ser contada con actores de carne y hueso —pero al menos no de ESTA manera—, el filme de Isao Takahata de 1988 termina siendo una experiencia desgarradora y honesta, que se enfoca en las víctimas inocentes de una guerra, dejando cualquier tipo de contexto político de lado. Eso no quiere decir, por supuesto, que “La tumba de las luciérnagas” deje de ser una película política al cien por ciento, pero sí que es una historia que se concentra más en los inocentes y en la manera en que la guerra los afecta.

Al comenzar la película, vemos como el joven Seita (voz de Tsutomu Tatsumi) cae muerto en lo que se parece ser una estación de tren. Uno de los encargados de limpieza, ya de noche, busca entre sus bolsillos y encuentra una lata de metal, la cual termina tirando afuera, como si fuese basura. Es ahí que el ESPÍRITU de Seita se encuentra con el espíritu de quien eventualmente nos enteramos fue su hermana menor, la pequeña Setsuko (voz de Ayano Shiraishi), quien lo guía a través de un campo lleno de luciérnagas. Es a través de la mirada del primero, sin embargo, que el filme nos remonta a una serie de “flashbacks” que nos revelan todo lo que sucedió antes de la muerte de ambos.

Resulta, pues, que la madre de los dos (voz de Yoshiko Shinohara) muere durante un ataque enemigo. Dicha secuencia, en la que vemos como caen desde el cielo estas bombas incendiaras que todo lo queman, es de lo más impactante que el filme tiene para ofrecer. Lamentablemente, esto hace que los chicos queden huérfanos, lo que los obliga a irse a vivir donde una tía lejana (voz de Akemi Yamaguchi), quien inicialmente los acoge, pero que poco a poco se va hartando de que no contribuyan con nada en la casa. Dándose cuenta de que es mejor irse, Seita se lleva a a Setsuko a una cueva relativamente cercana, la cual se termina convirtiendo en su nuevo hogar, pero también en la tumba de la pequeña.

En términos generales, “La tumba de las luciérnagas” es una película de supervivencia. Los chicos comienzan en un hogar que asumimos es normal, pero gradualmente van siendo víctima de los ataques enemigos y de un aislamiento que los aleja de cualquier ser humano que los podría ayudar. Su madre muere, su padre, quien se supone está peleando junto a la marina, nunca aparece, y la tía, desgraciadamente, no parece estar muy dispuesta a ayudarlos. Es así que Seita y Setsuko se quedan solos, lo cual obliga al primero a hacerse responsable de la pequeña, tratando de entretenerla, alimentarla, y de hacer que se olvide de toda la muerte que está ocurriendo (asumimos) muy lejos de donde se encuentran.

El problema es que, por más de que tenga la mejor de las intenciones, Seita no está listo para algo así. Inicialmente consigue algo de dinero al ir al banco y sacar de los ahorros de su madre, pero rápidamente se va dando cuenta que la plata no es el problema. La comida está siendo racionada para todos, y gradualmente, tanto él pero especialmente la pequeña Setsuko comienzan a debilitarse. Me disculpan si incluyo “spoilers” para una película más antigua que Vuestro Servidor (en todo caso, si no se quieren malograrse nada, mejor dejen de leer aquí), pero lo más desgarrador que “La tumba de las luciérnagas” nos muestra es la gradual muerte de Setsuko. Ya de por sí ver a una niña morir es horrible, pero ver cómo va desarrollando erupciones en la piel, va avisándole a su hermano que tiene diarrea, y finalmente, va alucinando en sus últimos momentos de vida, es simplemente durísimo.

No obstante, “La tumba de las luciérnagas” nunca se llega a sentir como una experiencia manipuladora ni mucho menos. De hecho, hasta me animaría a decir que no entra a terreno de melodrama, utilizando música extradiegética de forma muy esporádica, como para no arriesgarse a manipular los sentimientos del espectador, y más bien presentando la historia “tal cual”. Obviamente eso es algo curioso de escribir, considerando que “La tumba de las luciérnagas” es una película ANIMADA, pero si hay algo que precisamente me sorprendió (gratamente) del filme es su sobriedad. En vez de exagerar los eventos que desarrolla o utilizar la animación para maximizar el sentimentalismo, lo que la película hace es utilizar el MEDIO de la animación para generar una fortísima conexión entre el espectador y los personajes, pero sin perder verosimilitud o lo que asumimos es precisión histórica.

Hacer algo así con animación es en extremo difícil, pero Takahata y su equipo claramente estaban a la altura de la tarea. Nuevamente: seguro que “La tumba de las luciérnagas” podría haber sido hecha con acción en vivo, pero es la animación lo que convierte al filme en una experiencia bellísima. Si, por momentos desgarradora, pero en general emotiva, haciendo que el espectador aprecie los momentos callados y hermosos de la vida de estos chicos, pero también conecte con todas las dificultades por las que tienen que pasar.

Después de todo, “La tumba de las luciérnagas” es una película que se toma su tiempo, que se concentra tanto en La Trama (™) como en momentos de paz, en pequeñas situaciones que humanizan a sobremanera a sus protagonistas. Consideren escenas como las del baño (en donde Seita juega con Setusko creando burbujas de aire) o como la de las luciérnagas iluminando el interior de la cueva. Takahata hace un excelente trabajo haciendo que el espectador se encariñe con estos personajes, tomándolos como personas reales y no como simples “dibujitos” (uf, cómo odio ese término). El hecho de que cuenten con las voces de actores de la edad apropiada (que ahora ya deben ser mayores que este crítico, dicho sea de paso) no hace más que contribuir a dicha búsqueda de la verosimilitud.

A nivel visual, “La tumba de las luciérnagas” es una experiencia extraordinaria. Muy pocas veces ha sido utilizada la animación en 2D para crear una experiencia tan expresiva, pero a la vez tan similar a lo que seguramente mucha gente vivió durante la Segunda Guerra Mundial. Los paisajes y fondos lucen como pinturas hermosas y llenas de detalle, y los personajes están diseñados de tal forma de que no pierden su estilo bien de Anime, pero sin exagerar tanto los ojos o las bocas como lo hacen en otras producciones. Sí, son personajes animados, pero están bastante más cerca a las proporciones y movimientos de gente real que los protagonistas de otros filmes o series. “La tumba de las luciérnagas” es, pues, de las películas más, bueno, LINDAS que haya visto en un buen tiempo, por más de que algunas de las imágenes que nos presenta sean cruentas o explícitas.

Me encanta que la gente de Cinetopía haya decidido reestrenar “La tumba de las luciérnagas” en los cines peruanos. Después de todo, puede que mucha gente no haya visto esta película antes, o al menos no lo haya hecho donde merece ser vista: en la pantalla de un cine. Si “La tumba de las luciérnagas” conmueve y hace que la gente llore como bebés en casa, pues el efecto frente a una pantalla grande debe ser incluso más potente. Pero fuera del elemento emocional, “La tumba de las luciérnagas” es simplemente una obra de arte; una película que hace ya más de treinta y cinco años demostró que la animación puede ser utilizada para narrar historias maduras, cruentas, emocionales, trágicas, verosímiles y muy humanas. “La tumba de las luciérnagas” es una obra maestra, la estén viendo recién por primera vez, o como fanáticos por enésima vez. No se la deben perder.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.