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CRÍTICA: Rápidos y Furiosos X – dos horas y media de puro caos y violencia al estilo “Looney Tunes»

CRÍTICA: Rápidos y Furiosos X – dos horas y media de puro caos y violencia al estilo “Looney Tunes»

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

Con “Rápidos y Furiosos X”, la franquicia ya ha abandonado cualquier parecido a la realidad. Sí, sí, sé que en la anterior entrega fueron al espacio en un carro (¡!), y que personajes como el Dominic Toretto de Vin Diesel han estado realizando actos de proeza sobrehumana desde, aproximadamente, la sexta película. Pero no me equivoco al decir que “Rápidos y Furiosos X” es la primera de estas cintas en sentirse, al 100% y sin lugar a dudas, como un episodio de los “Looney Tunes”. Estos personajes no tienen ningún interés en seguir las leyes de la física o la gravedad; no creen en la muerte, y ciertamente no le tienen miedo al ridículo. Los actors lo saben, los guionistas ciertamente lo saben, y el director Louis Leterrier (“El increíble Hulk”) parece saberlo hasta cierto punto.

Lo cual está muy bien, porque es imposible tomarse a una película como “Rápidos y Furiosos X” en serio. Ni siquiera los momentos de supuesta emotividad franca funcionan —generalmente porque le siguen a algunas de las escenas más ridículas que se hayan proyectado en un ecran de cine, pero más que nada porque se sienten vacías. Después de todo, ¿por qué habríamos de preocuparnos por Toretto y su Familia (™), si es que muchos de estos personajes mueren y reviven con el relajo de un Saiyajín de “Dragon Ball Z”? ¿Y por qué debería importarnos que alguno de estos protagonistas esté en peligro, si sabemos que la saga recién concluirá dentro de una (o quizás dos) películas? ¿Y encima, por qué habríamos de ponernos tensos, si los hemos visto sobrevivir situaciones cada vez más absurdas y exageradas e imposibles?

No hace falta decir, entonces, que “Rápidos y Furiosos X” es una película de acción carente de tensión. Mucho pasa en el filme —muchísimo—, pero muy poco de lo que se ve en pantalla será capaz de emocionar al espectador. Lo que sí hará, en todo caso —y pasó conmigo— es hacerlos morir de risa por los actos de inmensa ridiculez que Toretto y los demás realizan.

Consideren, si no, que esta gente es capaz de jugar al “fulbito” con una bomba gigante, utilizando únicamente sus carros; que pueden empujar grúas con dichos vehículos para lanzar dicha bomba; que pueden manejar por una represa mientras huyen de una explosión, o que pueden ser lanzados en un vehículo desde un avión, para caer encima de OTROS vehículos, saliendo sin un solo rasguño. Toretto es más fuerte y valiente que Superman (resulta alucinante verlo levantar un carro con UNA SOLA MANO). El Tej de Ludacris ahora sabe pelear. El hijo de Toretto mata gente con un cañón y se muere de la risa. Scott Eastwood sale durante cinco minutos, se cae de una camioneta, y nunca más vuelve a aparecer. Y la película cuenta con CUATRO ganadoras del Óscar, cada una con menos qué hacer que la otra.

Increíble pensar que esta saga comenzó con nuestros protagonistas robando camiones que cargaban reproductores de DVD.

¿De qué va esta nueva entrega, entonces? Como buena telenovela (porque no se equivoquen; la saga de “Rápidos y Furiosos” es en realidad una telenovela con carros, explosiones y bíceps), comienza con un “retcon” de eventos pasados, con “flashback” y todo. En este caso, se trata del clímax de la quinta película, en donde se nos revela que el hijo de Hernan Reyes (Joaquim de Almeida; un actor portugués haciendo de brasileño), Dante (Jason Momoa; un hawaiano haciendo del hijo de un brasileño interpretado por un portugués) estuvo presente cuando Toretto (Diesel) y Hobbs (La Roca) acabaron con su padre. Empeñado en vengarse, el psicopático terrorista se pasó los últimos diez años estudiando a nuestro protagonista, seguro de que eventualmente podría hacerlo sufrir.

Y como se deben imaginar, el momento de hacerlo sufrir ha llegado. Es así que Toretto se termina separando de su Familia (™), obsesionado con encontrar a Dante, luego de que engaña a sus amigos, causando toda suerte de destrucción durante una persecución en las calles de Roma (la cual involucra a la bomba mencionada líneas arriba). Por su parte, Tej (Ludacris), Roman (Tyrese), Ramsey (Nathalie Emmanuel) y Han (Sung Kang) escapan de las autoridades, acusados de haber destruido buena parte de la capital italiana. Jakob (John Cena), hermano de Dom, se lleva a su hijo pequeño a un lugar seguro, y Letty (Michelle Rodríguez) se ve obligada a formar una pseudo-alianza con Cipher (Charlize Theron) para escapar de las garras de la Agencia, ahora liderada por Aimes (Alan Ritchson), quien no parece estar del lado de Dominic.

Y eso que no he mencionado ni a la hija del Señor Don Nadie (una desperdiciada Brie Larson), ni a Queenie (Helen Mirren, quien sigue teniendo más química con Vin Diesel que Michelle Rodríguez), ni a Jason Statham (quien definitivamente debió aparecer por más tiempo), ni a Rita Moreno (la abuela latina (¿?) del supuestamente ítalo-americano Dom Toretto), ni a…

¿Saben qué? Hay demasiada gente en “Rápidos y Furiosos X”. Se trata de un reparto innegablemente impresionante, el cual lamentablemente convierte a la película en un producto entretenido, alocado pero ciertamente inflado. Porque tampoco he mencionado los cameos (y no se preocupen, tampoco lo haré), ni los giros narrativos telenovelezcos, ni las diez mil locaciones (Roma, Londres, Rio de Janeiro, la Antártida… ¡uf!), ni las veinte mil explosiones. En pocas palabras: “Rápidos y Furiosos X” es MUCHA película, tanto así que se puede argumentar que favorece la cantidad sobre la calidad. Más personajes, más estrellas de Hollywood, más peleas, más explosiones, más efectos digitales, más “flashbacks”, más acciones que desafían las leyes de la física… ¡más todo! Pero como seguramente ya saben, a veces, más es menos, y en este caso, dicho refrán se cumple hasta cierto punto.

Lo cual, por supuesto, no quiere decir que la película carezca de valor. No, no es emocionante en lo más mínimo, pero debo admitir que la vi sonriendo prácticamente de inicio a fin. Sonriendo porque Leterrier y compañía parecen haberse dado cuenta (¡por fin!) de lo ridícula que es esta saga, y sonriendo gracias a ciertas escenas increíblemente absurdas y exageradas. Lo que antes era parodiado en otras producciones, ahora es mencionado en el texto (no el subtexto) en “Rápidos y Furiosos X”: el concepto de Familia (™) —deben decir la palabra unas cuatrocientas veces—, las parrilladas, las cervezas Corona, la destrucción, el hecho de que comenzaron robando camiones y ahora son superespías secretos… o les vacila esto, o les molesta. No hay intermedio. No hay marcha atrás. Nuevamente: es “Looney Tunes”, y lo saben. Hasta logran incluir una carrera callejera, por más forzado que se sienta (con planos gratuitos de traseros y todo). Porque esto es “Rápidos y Furiosos X”. ¡TIENEN que haber carreras y traseros!

Lamentablemente, nada de eso puede compensar el hecho de que “Rápidos y Furiosos X” se siente tremendamente inflada. El presupuesto de más de trescientos millones de dólares (¡!) se nota a leguas, tanto por los efectos visuales constantes (pero irregulares), como por la presencia permanente de actores que no deben ser nada baratos de contratar. Súmenle a eso los dramas de producción (te extrañaremos, Justin Lin), y no hay forma de percibir a “Rápidos y Furiosos X” como algo menos que un “blockbuster” enorme, excesivo, que lo deja absolutamente TODO en la cancha (¿o en la pista?), y hasta un poco más. El problema es que queda una película más (o quizás dos), y que esta no termina. Simplemente… se detiene. No llega a la meta; se le acaba la gasolina (y el N.O.S.) en medio camino, y habrá que esperar dos años más para ver si es que logra seguir avanzando.

Gracias a dios, entonces, por Jason Momoa. Mientras que Vin Diesel parece haber dejado sus energías en otra parte, y los demás actores intentar mantenerse relevantes en una película con más gente que muchos países pequeños, Momoa la pasa de lo lindo. Su Dante Reyes es una suerte de Guasón de Heath Ledger mezclado con el Acertijo de Jim Carrey: puro carisma y energía maníaca y uñas pintadas y frases en otros idiomas y mucha pero mucha locura. Funciona, y se nota a leguas que el popular actor la pasó muy bien rodando la película. Sí, es absurdo que sus planes sean tan perfectos y que siempre esté como veinte pasos adelante de Toretto, pero nada de eso importa cuando Momoa se convierte en el villano más memorable de la saga. ¿Se convertirá eventualmente en parte de la Familia (™)? Lo dudo mucho, pero cosas más raras han pasado en la Saga “Rápida” (si no pregúntenle al Shaw de Statham, al Jakob de Cena, o hasta al Hobbs de La Roca).

El resto de los actores, como se dio a entender antes, hacen lo que pueden con el material. Hasta ahora no entiendo qué hace Charlize Theron acá, por ejemplo, pero al menos logra involucrarse en una intensa pelea con Michelle Rodríguez. El Roman de Tyrese sigue siendo la fuente principal de comedia; Tej y Ramsey están acá para “hackear” computadoras y tipear como si no hubiese un mañana; el Jakob de John Cena ha sufrido un cambio de personalidad inexplicable; Sung Kang reacciona mucho pero hace poco; y los personajes nuevos interpretados por Brie Larson y Daniela Melchior (esta última, dicho sea de paso, TAMBIÉN está relacionada a un personaje de las películas anteriores; ¡porque no podía ser de otra manera!) están increíblemente desperdiciados. Asumo que tendrán más que hacer en la onceava (dios mío…) cinta.

“Rápidos y Furiosos X” es lo que es. Si han estado siguiendo la franquicia, sabrán exactamente qué esperar del filme (especialmente considerando todo lo que pasó en la entrega anterior). A Vin Diesel no se le entiende nada; Michelle Rodríguez sigue viéndose igual de enfadada que siempre; los carros son rápidos (sí, sí, y furiosos también) y capaces de realizar toda suerte de actos incomprensibles, y hay más explosiones por minuto que en una fiesta promedio de Michael Bay. Nada de esto estaría mal si la película tuviese una duración lógica, pero al durar casi dos horas y media, francamente es… cansador. Pero hey, al menos tenemos a Jason Momoa como un villano extravagante y memorable, quien logra mejorar la experiencia gracias a su carisma y la pura locura de su interpretación. En pocas palabras: “Rápidos y Furiosos X” hace MUCHÍSIMO, tanto así que no tengo idea de qué podrían hacer en la siguiente entrega. Pero me imagino que ese es, al final del día, el punto, ¿no?

NOTA: “Rápidos y Furiosos X” cuenta con una sola escena post-créditos; recomiendo que se queden a verla.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.