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CRÍTICA: Operación Zombie: Resurrección – harto gore y sufrimiento para estos zombies

CRÍTICA: Operación Zombie: Resurrección – harto gore y sufrimiento para estos zombies

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

El concepto principal de “Operación Zombie: Resurrección” es uno que podría llegar a alejar a varios fanáticos del género: zombies que pueden pensar y SENTIR. Es un concepto que es presentado de forma gradual, a través de personajes que conocemos más o menos bien cuando están vivos, pero que igual podría resultar extraño para quienes estén esperando algo un poco más tradicional de la película. Pero si hay algo que “Operación Zombie: Resurrección” NO es, es tradicional. Mezclando elementos del cine de guerra, con los de una película de zombies, y hasta los de un melodrama algo meloso, “Operación Zombie: Resurrección” no cumple con todo lo que promete.

De hecho, me animaría a decir que el principal problema de “Operación Zombie: Resurrección” está en la REDUNDANCIA. La trama no es particularmente compleja, y sin embargo la película se demora demasiado para desarrollar muchas de sus contorsiones narrativas, repitiendo situaciones una y otra vez hasta el cansancio. Por ende, el filme termina teniendo como tres desenlaces distintos, cansando al espectador quien para el último final ya está más que listo para salir de la sala de cine. Por lo que vi en mi función, además, no creo que ser el único en pensar esto; para el (verdadero) final de “Operación Zombie: Resurrección”, las reacciones del público no eran necesariamente las ideales.

“Operación Zombie: Resurrección” se lleva a cabo en 1941 en una provincia de Tailandia. Nuestro protagonista es Mek (Chanon Santinatornkul), un soldado raso, valiente, honorable y patriota, que pasa los días en la base con sus compañeros. Su madre vive cerca, y aunque su hermano, Mok (Awat Ratanapintha) se niega a ser parte de la guerra, al menos también está cerca de él. Lógicamente, todo esto cambia con la llegada del enemigo japonés, quien ha creado un nuevo virus que, al infectar a la gente, los convierte en zombies sedientos de sangre y carne humana. Es así que, luego de un breve enfrentamiento en la playa, el virus se va esparciendo por la jungla y el pueblo de Mek y Mok, obligando al primero a aliarse con los japoneses para tratar de detener a los no-muertos.

Al menos al inicio, “Operación Zombie: Resurrección” se siente como una propuesta prometedora. La cinta trata de desarrollar con algo de detalle las relaciones entre los personajes, dando a entender que vamos a seguir a un grupo de soldados que se llevan muy bien entre sí, y que antes de meterse en la guerra han tenido una vida de amistad, alegría y hasta sexo (una de las primeras escenas del filme involucra a una trabajadora sexual local, su cliente y un montón de “voyeurs”). Y una vez que la violencia comienza, el filme no tiene miedo de mostrarnos los horrores de la guerra, desde la crueldad de los enemigos japoneses, hasta los enfrentamientos sangrientos y súbitos entre soldados, y luego, entre soldados y zombies.

Lamentablemente, mientras va avanzando, la película va perdiendo su norte, dejando al espectador perdido en un mar de tripas, sangre y mucho melodrama. Ciertamente, la primera mitad de la historia es la mejor de las dos; es ahí donde conocemos a los dos hermanos protagonistas y sus motivaciones, donde nos enteramos de los experimentos que los japoneses han estado conduciendo, y de cómo estos zombies son distintos a los clásicos. Porque regresando a lo mencionado líneas arriba: estos no-muertos son capaces de SENTIR. De hecho, “Operación Zombie: Resurrección” incluye varias escenas en donde hablan entre ellos, se lamentan de lo que han perdido y de los seres queridos que extrañan, y en general, sufren bastante. Es algo que definitivamente no me esperaba, y que nuevamente, estoy seguro espantará a más de un fanático del género.

No obstante, si uno decide ACEPTAR lo que propone, “Operación Zombie: Resurrección” termina desarrollando algunos temas interesantes. El rol de los japoneses, por ejemplo, nos dice mucho sobre como los tailandeses todavía perciben su relación con Japón. Y la IDEA, al menos, de humanizar un poco a los zombies nos permite tener escenas con ellos en las que hacen más que rugir y comerse gente, permitiéndole al filme desarrollar vínculos entre los no-muertos y sus familiares todavía vivos, que siguen buscándolos con la esperanza de que hayan sobrevivido. Esto resulta, de hecho, en algunos de los momentos más impactantes de la película, muchos de los cuales involucran a gente inocente muriendo de maneras trágicas. “Operación Zombie: Resurrección” es el tipo de película, pues, en el que CUALQUIER personaje puede morir sangrientamente; ni los niños ni las jóvenes inocentes se salvan.

Pero por más de que “Operación Zombie: Resurrección” no carezca de elementos de interés, el resultado final es, en general, demasiado tedioso y repetitivo como para terminar de cuajar. La segunda mitad de la cinta, pues, es la más débil, redundando demasiado en sus ideas, y repitiendo situaciones como si no hubiese un mañana. Lo que se siente como una confrontación final, por ejemplo, es seguido de una escena de melodrama, y luego de una secuencia adicional de violencia, la cual en realidad debió suceder VARIOS minutos antes. Y aunque entiendo es parte del concepto, hay demasiadas escenas de sufrimiento y muerte de inocentes, tanto así que uno termina entumecido ante tanta agresión. Esto tiene como consecuencia la reducción del impacto emocional que cualquiera de estos momentos hubiera podido tener.

En lo que se refiere a los elementos característicos del cine de zombies, “Operación Zombie: Resurrección” cumple. Los efectos de “gore” extremo son convincentes, y la película incluye varias imágenes interesantes y originales (por ejemplo, está el plano en el que un zombie se sitúa detrás de una cabeza a medio comer, haciendo que parezca que sus rostros se fusionan). Lo mismo sucede con las escenas de disparos y violencia en general; “Operación Zombie: Resurrección” es una película extremadamente sangrienta, lo cual debería apelar a los fanáticos del “gore”. No obstante, todo este maquillaje real y todos estos efectos prácticos son combinados con un uso bastante malo del CGI, especialmente en lo que se refiere al fuego digital. Son pocas escenas las que lo usan, felizmente, pero cada vez que aparece, parece como algo sacado de un videojuego para PlayStation 2.

“Operación Zombie: Resurrección” me dejó saturado, confundido y un poco asqueado. Saturado de tanta muerte y cinismo, confundido por la forma tan enredada y redundante en la que decidió tratar sus temas, y asqueado por el tratamiento visual del “gore” y las escenas de muerte y zombies (hay varios planos de extremidades cortadas, moscas y gusanos en medio de la sangre). La película maneja un concepto interesante (aunque potencialmente divisorio), y las actuaciones son todas buenas, pero a la vez, maneja una estructura innecesariamente extendida y repetitiva, sintiéndose particularmente tediosa durante su segunda mitad. “Operación Zombie: Resurrección” es cine DISTINTO de zombies, y aunque arriesga bastante, no llega a cumplir con lo prometido. Una decepción, entonces, pero al menos una decepción interesante.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.