No es ningún secreto que Nicolas Cage es mi actor favorito. Tal y como lo dijo el gran Roger Ebert (Q.E.P.D.), se trata de “un gran actor para tener en una buena película, pero un actor indispensable en una película mala”, lo cual, creo yo, resume perfectamente sus fortalezas. No importa qué filme con Cage estén viendo, nunca da menos del 100%, metiéndose de lleno en sus roles, y destacando gracias a sus recursos actorales tan poco… ortodoxos. Sí, muchos se burlan de sus gritos y ruidos raros y las voces tan peculiares que a veces adopta, pero esa gente también debería enfocarse en sus roles más sutiles; si no, anímense a ver interesantes producciones como “Pig” o “El hombre de los sueños”.
En fin, podría escribir sobre Cage durante HORAS, pero ese no es el objetivo del presente texto. No obstante, seguramente se imaginarán que la razón principal por la que me moría por ver “Longlegs: coleccionista de almas”, de Osgood Perkins, era precisamente para disfrutar del más reciente trabajo de Cage. Y aunque, previsiblemente, hace un excelente trabajo, al final del día, no se trata de un filme que le pertenezca a Cage. Él es una presencia constante, aquel ente que está siendo buscado y perseguido por los protagonistas de la historia, pero “Longlegs: coleccionista de almas” le pertenece a Maika Monroe (“Te sigue”), quien hace un trabajo igual de notable que Cage, pero con un rol completamente distinto. En pocas palabras: anímense a ver la película por Cage, pero quédense hasta el final por Monroe.
“Longlegs: coleccionista de almas” es un oscuro thriller que se lleva a cabo en los años noventa (si no queda claro por las fotos enmarcadas de Bill Clinton que se ven en varias escenas, no sé qué decirles), y en donde vemos a la agente especial del FBI Lee Harker (Monroe) perseguir al asesino serial del título, Longlegs (Cage), quien se dedica a matar a familias enteras en fechas específicas. Su jefe, el agente Carter (Blair Underwood) está seguro de que Harker es la persona indicada para este trabajo —después de todo, ha demostrado tener habilidades psíquicas (¡!) que le permiten encontrar sospechosos y descubrir secretos como ningún otro agente. Pero mientas más se adentra en el caso, más se da cuenta Lee de que los actos cometidos por Longlegs podrían tener serias consecuencias tanto en su vida profesional, como en la personal.
Más que eso no pienso revelar sobre la narrativa, ya que “Longlegs: coleccionista de almas” cuenta con varias sorpresas y giros interesantes. Eso sí, y de forma similar a “La Trampa”, de M. Night Shyamalan, tengan en cuenta que “Longlegs: coleccionista de almas” no está particularmente interesada en sentirse como un filme REALISTA. Desde que establecen que Lee tiene poderes psíquicos, uno debería darse cuenta que la cinta se lleva a cabo en una suerte de realidad alterna, en donde el FBI no funciona de la misma forma que en el mundo real, todo el mundo se comporta de forma más parca y a veces misteriosa, y la magia puede ser usada para fines perturbadores. Es verdad que “Longlegs: coleccionista de almas” cuenta con algunos huecos narrativos, pero lo mejor que puede hacer uno es ignorarlos para disfrutar de las actuaciones y la atmósfera desarrollada por Perkins.
Porque Dios mío, ¡qué tal atmósfera que ha desarrollado! No me animaría a manifestar que “Longlegs: coleccionista de almas” es la película más terrorífica que haya visto este año ni mucho menos, pero sí puedo decir que me incomodó, y que me dejó con una palpable sensación de enervación, como si acabara de ver algo oscuro, prohibido, que quizás sabemos existe en el mundo, pero que generalmente no vemos en el cine o la televisión. Su uso de lentes angulares, primeros planos chocantes de personajes, cámaras que se mueven poco y elementos climáticos como la nieve (especialmente en flashbacks), ayuda a desarrollar el mundo de la película como un lugar oscuro, desolado, en donde la ayuda llega tarde, y manipular a la gente para que haga cosas horribles es desesperantemente fácil.
Disfruté, además, de los cambios de aspecto de pantalla, especialmente cuando pasamos del presente a los flashbacks, y viceversa —ayudan a que los retrocesos al pasado se sientan como algo grabado con una cámara casera de 16mm. Y disfruté, también, del uso mínimo de la música extradiegética; lo que hace Perkins, más bien, es aprovechar al máximo los silencios y los pocos ruidos de fondo en sus locaciones casi abandonadas, para dar la sensación de que nuestros personajes están casi siempre solos, lejos de otra gente que podría ayudarlos o al menos ser testigos de lo que está ocurriendo. Pero cuando la música llega, llega con intensidad para asustarnos o al menos perturbarnos.
Pero regresando a Cage —lo que ha hecho con Longlegs es desarrollar un personaje muy peculiar, del cual nos enteramos muy poco, pero que gracias a ciertas pistas a lo largo de la película, cuenta con algunas características identificables (por ejemplo, no es casualidad que tenga afiches de estrellas de rock en su “morada”, o que cite canciones de bandas como T.Rex). Cage interpreta a Longlegs, pues, como una personalidad excéntrica, más como un ente satánico que como una persona real, y es increíblemente hipnótico. Y por su parte, Maika Monroe está excelente como Lee, haciendo uso de diversas sutilezas para desarrollarla como una mujer segura de su trabajo pero insegura de su vida personal, que poco a poco se va adentrando en un mundo del que sabe poco.
Dudo mucho que “Longlegs: coleccionista de almas” los vaya a matar de miedo. Es una película increíblemente atmosférica, pero la compararía más a algo como la clásica “El silencio de los inocentes” (sin estar al mismo nivel, claro está) que a una película de terror más tradicional. Y curiosamente, también se trata de una cinta bastante graciosa, no porque sea una comedia, obviamente, si no más bien porque Perkins logra inyectar breves momentos de humor negro que, hasta cierto punto, logran aligerar un poco la narrativa. Pero en términos generales, “Longlegs: coleccionista de almas” es una producción atípica, excéntrica, oscura y bastante original, que a pesar de contar con algunos defectos, igual me dejó impactado. Si deciden verla con la mente abierta, seguro que la disfrutarán igual que Vuestro Servidor.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.