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CRÍTICA: El justiciero 3 – la violencia se traslada a Italia

CRÍTICA: El justiciero 3 – la violencia se traslada a Italia

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

“El justiciero 3” es más de lo mismo, técnicamente. Pero está mejor hecho y resulta más satisfactorio que lo que vimos en la segunda entrega. Además, el filme se ve beneficiado por un cambio de locación, antagonistas verdaderamente detestables, y hasta la inclusión de Dakota Fanning, reuniéndose con Denzel Washington años después de haber aparecido en la memorable “Hombre en llamas”. El resultado es, pues, una película de suspenso y venganza incluyo más cruenta y sangrienta que las anteriores, en donde vemos a un Washington tan eficiente como siempre, sacándole la mugre (y algo más) a cuanto mafioso italiano se le cruza en el camino.

Al comenzar “El justiciero 3”, vemos a Robert McCall (Washington) asaltando la base escondida de unos traficantes en la costa de Amalfi. No obstante, luego de ser disparado en la espalda, nuestro protagonista es trasladado a un tranquilo pueblo costeño, donde es tratado por el Doctor Enzo (Remo Girone). Y es en este lugar, pues, donde Robert parece por fin encontrar un nuevo hogar, y más importante, algo de paz. Sin embargo, como no todo puede ser color de rosa, la famosa Mafia, liderada por el sanguinario Vincent Quaranta (Andrea Scarduzio) llega al lugar, lo cual motiva a Robert a terminar de sanarse, y más importante, utilizar sus considerables habilidades por última vez para proteger a la gente que con tanto cariño lo ha acogido.

Temáticamente hablando, “El justiciero 3” continua con lo introducido en los dos filmes previos. Es decir, tenemos a un protagonista que busca la justicia con sus propias manos, y que simplemente quiere proteger a los más débiles de gente más poderosa y violenta, que utiliza sus recursos y dinero para causar daño y destrucción. En este caso, sin embargo, también se le agrega la búsqueda de paz; el haber encontrado un lugar idílico donde vivir, en el que la inocencia y la sencillez son interrumpidos por la dura mano de la corrupción, con sus motos ruidosas, armas de fuego, y aversión por la tranquilidad. “El justiciero 3” trata de un hombre que simplemente busca tener un muy merecido descanso después de tanta agresión y sangre, pero que parece ser, desgraciadamente, un imán para la violencia y la maldad.

En ese sentido, el cambio de locación y contexto es muy bienvenido. El ministerio de turismo de Italia debe estar my contento con la manera en que la costa de Amalfi ha sido retratada en “El justiciero 3”. Después de todo, el pueblo es mostrado como un lugar pacífico, poblado por gente buena, pescadores honestos, policías trabajadores y niños inocentes. Como un lugar donde, fuera de la llegada de la mafia, no existe ni la violencia ni el racismo, y donde la mayoría de calles lucen pintorescas y tranquilas. Con razón Robert llega a encontrar la paz ahí; uno, junto con él, llega a enamorarse del pueblo, y por ende, realmente quiere que nuestro protagonista acabe con sus enemigos para que nadie salga herido. Y bueno, como que también dan ganas de comprarse un pasaje de avión e irse por unos días a Italia.

Narrativamente hablando, “El justiciero 3” es tan sencilla como sus predecesoras, lo cual no es nada malo. La única complejidad viene con la inclusión de Emma Collins (Dakota Fanning), una agente de la CIA a quien Robert contacta para que le ayude a investigar a la mafia. Aunque la química entre Fanning y Washington es todavía palpable, y da gusto ver en pantalla a la primera, el desarrollo de su trama secundaria no es del todo satisfactorio. De hecho, hasta se podría argumentar que, al sacar a Fanning, casi nada cambiaría en la película —fuera de una conexión tardía a un personaje de los filmes anteriores que, siendo honesto, no vi venir en lo absoluto. Y lo que es peor, la conclusión de su subtrama es repentina y anticlimática, lo cual contrasta a sobremanera con las escenas protagonizadas por Washington.

Porque, al igual que en las entregas anteriores, todo el chiste de “El justiciero 3” está en la manera en que nuestro protagonista, prácticamente invencible, es capaz de derrotar a sus enemigos (en este caso, la mafia de la costa de Amalfi). Y me parece que esta última entrega es incluso más violenta que las anteriores, lo cual resulta satisfactorio, como se deben imaginar, debido a lo verdaderamente sanguinarios, despiadados y asquerosos que son los villanos. Desde el prólogo, en el que McCall mata a una cantidad algo absurda de hombres, hasta el enfrentamiento final en una mansión, las secuencias de acción de “El justiciero 3” son creíbles, sangrientas y eficientes, dando a entender que, incluso nueve años después, McCall SIGUE siendo una máquina de matar. Y es por eso que seguimos yendo a verlo en el cine.

“El justiciero 3” se siente como un cierre satisfactorio para la trilogía —nos da todo lo que esperaríamos de una nueva entrega, solo que en un contexto distinto, y con personajes secundarios memorables. Al igual que las dos cintas anteriores, Fuqua dirige “El justiciero 3” con estilo, tomándose su tiempo, desarrollando una palpable atmósfera de tensión, y hasta incluyendo algunas imágenes de corte religioso, como para darle una dimensión simbólica adicional a la historia. Y Washington, como siempre, se luce, sacando a relucir su carisma, pero también lo peligroso que se puede ver. No me importaría ver más películas de “El justiciero”, pero a la vez, si deciden cerrar la saga con “El justiciero 3”, tampoco quedará insatisfecho.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.