Cuando escribí sobre “El Conjuro” hace ya varios años (quizás unos diez u ocho; fue cuando ya estaba disponible en Blu-ray), mencioné lo siguiente: ““El Conjuro” es una de esas películas ya no muy comunes que realmente sabe cómo hacer que su audiencia sienta un terror intenso durante la mayor parte de su duración.” Y honestamente, mi opinión no ha cambiado mucho. Lo que tenemos acá es una película de terror muy bien hecha que, sin llegar a reinventar la rueda, hace muy bien lo que tiene que hacer, y de paso da un sólido primer paso para una franquicia que ahora ya cuenta con ocho entregas (entre secuelas, “spin-offs” y más). “El Conjuro” sigue siendo, de hecho, la mejor de todas, por más de que algunas de las películas posteriores sean de similar calidad.
“El Conjuro” se lleva a cabo en 1971, y comienza con un prólogo en el que vemos a la pareja de Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga), cazadores profesionales de demonios y espíritus, hablando con un par de enfermeras que, de casualidad, permitieron que un espíritu maligno se meta en la muñeca de Annabelle (plantando así las semillas para el exitoso “spin-off” que llegaría poco tiempo después). Luego de eso, comenzamos a seguir a la familia Perron, que se muda a una casa en medio del campo para comenzar de nuevo. Están el papá Roger (Ron Livingston), un camionero; la madre y ama de casa Carolyn (Lilil Taylor), y sus cinco (¡!) hijas: Andrea (Shanley Caswell), Nancy (Hayley McFarland), Christine (una jovencísima Joey King), Cindy (Mackenzie Foy) y la más pequeña, April (Kyla Deaver).
Apenas llegan a su nuevo hogar, sin embargo, comienzan a pasar cosas raras: el perro no quiere entrar a la casa, escuchan ruidos raros por las noches, las niñas comienzan a alucinar, y a la madre le comienzan a aparecer moretones inexplicables por todo el cuerpo. Y cuando logran contactar a los Warren, estos le informan que su hogar ha sido infestado por una serie de demonios vengativos, liderados por la bruja Bathsheba. Es así que comienzan un proceso de limpieza, recolectando evidencia para poder llevársela a la Iglesia y así les aprueben un exorcismo de la casa. Para eso, reciben la ayuda de Drew (Shannon Kook), quien les ayuda a grabar todo con cámaras y micrófonos, y Brad (John Brotherton), un oficial de policía escéptico. Pero la mera presencia de toda esta gente lamentablemente hace que los demonios se pongan más violentos, lo cual claramente dificulta su trabajo.
Narrativamente hablando, “El Conjuro” no es la película más original del mundo. Se trata de una clásica historia de posesión demoniaca, justificada por conceptos religiosos (católicos) y la supuesta experiencia de los Warren. Según un texto al inicio del filme, “El Conjuro” está basada (muy ligeramente) en hechos reales, pero a estas alturas del partido ya se sabe que, en la vida real, Ed y Lorraine Warren mintieron bastante sobre sus supuestas experiencias paranormales. Por ende, sugiero que ignoren el que supuestamente esté basada en una “historia real”, y simplemente disfruten “El Conjuro” como lo que es: ficción pura, y bastante aterradora.
Porque nuevamente: “El Conjuro” es una excelente película de horror religioso y sobrenatural. No porque la trama sea súper original (no lo es), si no más bien porque Wan logra extraerle todo el suspenso y tensión posible, y porque sus guionistas, Chad Hayes y Carey W. Hayes, logran inyectarle suficiente contenido emocional, como para que uno se preocupe bastante por los protagonistas y los problemas por los que pasan. Consideren, si no, el hecho de que el demonio que fastidia a los Perron trata de meterse con la hija de Ed y Lorraine, Judy (Sterling Jerins). O que se haga bastante énfasis en el tema de la familia: la preocupación por las hijas de Roger y Carolyn, y el amor que sienten por ellas. “El Conjuro” no es una película sutil en lo absoluto, pero considerando el género al que pertenece, no tenía por qué serlo.
De hecho, si hay algo que ahora admiro del filme, es su sinceridad. No hay un solo elemento cínico en esta película; ningún momento en el que Wan traicione a sus personajes o sus sentimientos. La relación de pareja de Ed y Lorraine se siente verosímil; el suspenso es palpable en muchos casos porque la película no tiene miedo de poner a las niñas en situaciones de peligro, y nuevamente, los temas de amor filial, la importancia de la familia, y no rendirse ante el mal para no decepcionar a los seres queridos, son presentados de la forma más directa posible. Sin atajos ni vergüenza de estar desarrollando algo potencialmente cursi. Hasta la banda sonora contribuye a esto; es intensa y oscura en los momentos de horror, y bastante melosa en los más dramáticos. Es todo parte del estilo que le otorga Wan a “El Conjuro”, y funciona.
Pero por supuesto, quienes se animen a ver esta primera entrega de la saga “El Conjuro” lo harán por los sustos, y en ese sentido, la cinta no decepciona. Junto con su director de fotografía, John R. Leonetti, Wan utiliza todo tipo de técnicas audiovisuales para generar tensión: planos secuencia para establecer la geografía de la casa de los Perron (como el que utiliza cuando recién se están mudando); planos aberrantes; Zooms lentos para que el espectador intente encontrar algo en la oscuridad o al fondo de una locación; seguimientos a nuestros protagonistas; cámaras nerviosas que hasta le otorgan una sensación documentalezca a la historia, y más. “El Conjuro” no es una película dirigida de forma parca; de hecho, Wan es bien ambicioso con su estilo de dirección, justamente para que el espectador no sienta que está viendo “una película más” de posesiones.
Habiendo visto ya “El Conjuro” varias veces y ahora por primera vez en el cine, puedo mencionar varios de los mejores momentos de terror y suspenso que convierten a la película en una experiencia memorable. Está la primera aparición de la muñeca Annabelle, por supuesto, o la incursión por parte de Carolyn al sótano de su casa, la cual termina con el aplauso más aterrador que encontrarán en una película. Pero también tenemos las experiencia sobrenaturales nocturnas de las niñas, la utilización de una caja musical con espejo, la aparición de la terrible Bathsheba encima de Carolyn mientras intenta dormir, y hasta cierto encuentro demoniaco que tiene Lorraine en el sótano de la casa. “El Conjuro” está llena de situaciones de terror, y estas son bien aprovechadas para mantener al público nervioso, expectante.
Lo cual no quiere decir que “El Conjuro” sea perfecta, por supuesto. Se puede argumentar que tiene por lo menos dos “jumpscares” de sobra, por ejemplo, o que Ron Livingston (un actor cuyo trabajo generalmente me gusta) no da una actuación particularmente carismática o memorable como Roger. Y aunque el clímax de la historia funciona tanto a nivel narrativo como emocional, se siente como DEMASIADO; demasiado efectista, demasiado previsible, y lamentablemente, poco aterrador. Pero cuando el otro noventa por ciento del filme ha dado tanto miedo y generado tanto suspenso, el que el “enfrentamiento final” se sienta LIGERAMENTE decepcionante a nivel visceral no es tan grave, la verdad. Acá lo importante no es simplemente que hayan posesiones o exorcismos, si no la RAZÓN por la que suceden, y de qué MANERA son presentados.
¿Qué más podría escribir sobre “El Conjuro”? Claramente Patrick Wilson y Vera Farmiga están excelentes como Ed y Lorraine Warren, respectivamente; tanto así, de hecho, que sus personajes se han convertido en iconos del terror norteamericano contemporáneo. La película, además, cuenta con personajes secundarios memorables, desde el coqueto Drew (coqueto, al menos, con la hija mayor de los Perron) o Brad el policía, quien protagoniza uno de los pocos momentos graciosos del filme (que sirven para aligerar un poco el ambiente de terror palpable). Los efectos de maquillaje son verosímiles, la cinta no se abusa de efectos digitales caricaturescos, y la dirección de Wan logra desarrollar una atmósfera espesa, densa, que logra compensar algunos de los defectos del guion. Creo que nunca me cansaré de ver “El Conjuro”, y agradezco el poder haberla visto por primera (y quizás única) vez en la pantalla grande.
NOTA: Vi “El Conjuro” en un complejo de Cinemark en una función de reestreno, como parte de su “Temporada Siniestra” 2024.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.