Dwayne Johnson (La Roca, para los amigos) ha estado desarrollando una película de “Black Adam” por prácticamente quince años —de hecho, el casting del personaje fue anunciado el 2007, cuando yo todavía estaba en el colegio (¡!). No debe sorprender, entonces, que el producto final se sienta, efectivamente, como algo que fue escrito mucho antes de que Zack Snyder trajera al Hombre de Acero a la pantalla grande, o de que el Universo Cinematográfico de Marvel comenzara con Iron Man. No es que “Black Adam” sea una película terrible, entonces —si no más bien que se siente innecesariamente anticuada.
Lo cual es curioso, considerando que se trata de un filme lleno de acción, efectos visuales, y destrucción. Pero es en la estructura de la historia y en el desarrollo de los personajes, que la película se siente como un producto de otra época. El humor, por ejemplo, casi nunca funciona, y más bien resulta en momentos incómodos, en los que prácticamente nadie en mi sala de cine se reía. Y la inclusión de la Sociedad de la Justicia no es del todo exitosa —personajes como el Doctor Fate del gran Pierce Brosnan, o el Hawkman de Aldis Hodge ciertamente resaltan, pero la Cyclone de Quintessa Swindell o el Atom Smasher de Noah Centineo, desgraciadamente, no tienen mucho qué hacer. Y aunque el español Jaume Collet-Serra no es mal director, parece que su estilo no combina muy bien que digamos con lo que Johnson quería hacer acá.
Lo cual es una pena, porque como muy bien se sabe, “Black Adam” es un proyecto de pasión para Johnson. Se trata de un personaje al que siempre ha querido interpretar, y de una historia que ha querido traer a la pantalla grande desde hace… bueno, quince años, como ya saben. Pero parece que el haber tenido el proyecto en el horno por tanto tiempo no ha hecho más que quemar la película, en vez de dejarla bien cocida. Ya hemos visto personajes similares a estos en otras (y mejores) películas. Ya hemos visto secuencias de acción como estas (y de manera más espectacular). Y hasta ya hemos tenido un filme de “¡Shazam!”, en donde los poderes de Adam son presentados de manera más vistosa y divertida.
Es decir; “Black Adam” no nos presenta nada nuevo o siquiera interesante, lo cual resulta en una película entretenida, pero frustrantemente genérica.
Johnson interpreta al personaje del título, un hombre que vivió hace más de cinco mil años en el país ficticio de Kahndaq, en el medio oriente. Un prólogo terriblemente narrado nos explica que Adam era el héroe de Kahndaq, pero que fue encerrado luego de una serie de traumáticos eventos (lo cuales son expandidos durante el tercer acto, en un flashback). Ya en el presente, la investigadora Adrianna Tomaz (Sarah Shahi) y su equipo visitan un templo en busca de una legendaria corona, pero son atacados por los solados de Intergang (heh), una fuerza invasora en Kahndaq. Intentando defenderse, Adrianna termina por despertar/liberar a Adam, quien procede a eliminar de formas muy grotescas a sus enemigos.
Pero no se preocupen. Se supone que Adam es una suerte de antihéroe, o que al menos debería contar con un arco de personaje en el que pase de ser villano a ser héroe… pero eso nunca queda del todo claro. Siempre consciente de su imagen como estrella de cine, el Black Adam de Dwayne Johnson nunca llega a comportarse como una persona horrible, por más de que repita hasta el cansancio que no es un héroe. De hecho, no se demora en hacerse amigo del hijo de Adrianna, Amon (Bodhi Sabongui), quien le enseña frases lapidarias, y quien es rescatado repetidamente por este ser superpoderoso. Lo que podría haber sido desarrollado como una relación similar a la del T800 (Arnold Schwarzenegger) y John Connor (Edward Furlong) en “Terminator 2”, pues, es interrumpido por una trama que necesita incluir peleas y explosiones y ruidos fuertes cada cinco minutos.
Porque “Black Adam” es una película caótica, ruidosa. El primer acto se mueve de manera increíblemente acelerada, lanzándonos explicaciones y narraciones y diálogos torpes a toda velocidad, asegurándose de que nadie en el público se pueda perder o pueda dejar de entender ciertos detalles narrativos. Y cuando por fin parece que va a moverse a mejor ritmo, nos presenta a varios personajes secundarios —entre ellos a la ya mencionada Sociedad de la Justicia—, que prácticamente terminan por opacar a Adam y a Amon, haciendo que el filme se sienta más como la historia de un equipo de superhéroes, que como el origen del personaje del título. Curioso, considerando que se trata del bebé de Dwayne Johnson.
Las actuaciones son, en su mayoría, bastante buenas. No obstante, quien destaca menos, curiosamente, es Johnson. El increíble carisma por el que se ha hecho tan famoso brilla por su ausencia, y el ex-luchador la reemplaza por diálogos repetitivos y expresiones monótonas. Adam no es el personaje más interesante de DC que hayamos visto en la pantalla grande, de eso no hay duda —alguien debió decirle a Johnson que “seriedad” no es lo mismo que “aburrimiento”. Felizmente, Pierce Brosnan logra robarse la película, inyectándole energía, clase y sí, carisma, a su Doctor Fate (y sí, sé que Fate apareció en los cómics antes que Doctor Strange, así que no comenzaré a hacer comparaciones).
El Hawkman de Aldis Hodge también convence (por más de que actúe de manera increíblemente estúpida la mayor parte del tiempo). Y aunque, nuevamente, Noah Centineo y Quintessa Swindell tienen poco que hacer, al menos participan en una que otra escena de acción vistosa y visualmente atractiva. Disfruté particularmente de los poderes de Cyclone, quien muchas veces aparece en cámara lenta, girando, creando colores fuertes y causando un poco de destrucción y confusión. Atom Smasher, lamentablemente, no corre la misma suerte (solo diré que hemos visto usos más imaginativos de sus poderes de crecimiento en otras —y mejores— películas de acción en vivo).
“Black Adam” no es un desastre absoluto. No me aburrí al verla, y disfruté de las actuaciones de Sarah Shahi, Pierce Brosnan y Aldis Hodge. Pero curiosamente, quien destaca menos es Dwayne Johnson, quien al interpretar al personaje del título, se siente curiosamente limitado, apagado. Súmenle a eso unas secuencias de acción caóticas y abrumadoras, algunos efectos visuales poco creíbles, y una narrativa absolutamente previsible, y “Black Adam” se torna rápidamente en una experiencia que cumple con lo mínimo que se esperaría de una película de superhéroes en el 2022… y nada más. Considerando lo mucho que se ha hecho con el subgénero en los últimos años, tiene sentido que se tengan ciertas expectativas hacia este tipo de películas, y desgraciadamente, “Black Adam” no cumple con muchas de ellas.
NOTA: Sí, “Black Adam” cuenta con una escena post-créditos. Y sí, curiosamente es lo mejor que el filme tiene para ofrecer.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.