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CRÍTICA: Sombras de un crimen – una pizca de cine negro en la pantalla grande

CRÍTICA: Sombras de un crimen – una pizca de cine negro en la pantalla grande

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

“Sombras de un crimen” representa un breve regreso (o intento de regreso) al cine clásico de detectives. Es decir, al tipo de película que hoy en día se ve con muy poca frecuencia en los cines. Protagonizado por Liam Neeson, el filme tiene como protagonista a Philip Marlowe, el famoso personaje literario de Raymond Chandler, aunque esta historia en particular está basada en una novela mucho más moderna, escrita hace relativamente poco por otro autor. Pero no importa. “Sombras de un crimen” cuenta con todos los elementos que uno esperaría de una aventura de Marlowe, aunque ciertamente se puede argumentar que podrían haber sido mejor desarrollados.

Como suele pasar en este tipo de películas, la trama es algo enredada —la idea es que el espectador tiene que esperar hasta el final para darse cuenta de lo que ha pasado (y cómo…. y por qué…) Solo deben saber que “Sombras de un crimen” se lleva a cabo a fines de los años 30, en Bay City, y que al inicio, Marlowe (Neeson) es contratado por Clare Cavendish (Diane Kruger), la hija de familia poderosa que está en busca de su amante, Nico Peterson (François Arnaud). No obstante, el detective va descubriendo poco a poco que la historia que Clare le contó es mucho más compleja de lo que él se hubiese imaginado, involucrando falsas muertes, droga, y personajes como un Embajador millonario (Mitchell Mullen); el dueño de un club exclusivo (Danny Huston); un perturbador mafioso (Alan Cumming), y por qué no, hasta la madre de Clare, Dorothy (Jessica Lange), una ex actriz famosa.

En términos generales, “Sombras de un crimen” se siente como una arquetípica historia de detectives del cine negro. Lo que inicialmente parece ser un caso sencillo de desaparición termina convirtiéndose en algo más complejo y enredado, que involucra a varios personajes metidos en el mundo del crimen, la droga, y por qué no, el cine. Parte del “chiste” de la película está en ir averiguando cuál es el rol de cada uno de estos personajes, y cómo se relacionan los unos con los otros. Al inicio, parece que cada uno tiene sus propios intereses, viviendo en su propio mundo. Pero poco a poco, Marlowe (y por ende, el espectador), va descubriendo que todos están enlazados a Peterson, un hombre ambicioso y de malas intenciones.

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De hecho, el director Neil Jordan y su coguionista, William Monahan, hacen un buen trabajo homenajeando al cine negro de antaño. Por ejemplo, uno se demora un poco en acostumbrarse el diálogo, el cual por momentos es exageradamente florido, como algo extraído palabra por palabra de una novela (no me consta si ese es el caso; todavía no leo el libro en el que está basado “Sombras de un crimen”). Esto resulta en interacciones un poco tiesas, desgraciadamente (como el primer encuentro entre Marlowe y Clare, el cual no se siente muy natural que digamos), pero también en líneas de diálogo memorables e hilarantes. Quien se lleva las mejores frases es Joe Green (Ian Hart, de “Harry Potter y la Piedra Filosofal”), un policía que ayuda a Marlowe en el caso. Su actitud cínica y por momentos desinteresada en resulta en momentos bastante graciosos.

Algo similar se puede decir sobre la recreación de los Estados Unidos de hace casi noventa años. Se supone que “Sombras de un crimen” no fue grabada en dicho país (después de todo, se trata de una coproducción europea), pero uno jamás se enteraría de aquel detalle a la hora de ver la película. Desde la dirección de arte, hasta el vestuario y elementos como carros o armas de fuego, el filme incluye todo lo que uno esperaría de una historia de esta época, disfrazando el hecho de que no nos encontramos en el país que está intentando recrear. Todo esto, sumado al diálogo de estilo tan particular, y las políticas de género y raciales tan específicas de la época (tengan por seguro que algunos personajes son sexistas o racistas, lo cual, por supuesto, no es un reflejo de las opiniones de los guionistas), convierten a “Sombras de un crimen” en una experiencia visualmente precisa y convincente.

No obstante, no puedo evitar sentir que “Sombras de un crimen” se hubiese beneficiado de una dirección de fotografía en blanco y negro, como para que pueda imitar —u homenajear— a sus claras fuentes de inspiración de mejor manera. Hay algo en el estilo del diálogo y la trama y hasta las actuaciones, que contrasta bastante con el uso del color en el encuadre. Además, la película incluye algunas escenas de cámaras en mano bastantes nerviosas que, nuevamente, se sienten fuera de lugar en una experiencia que, por lo general, intenta sentirse un poco más tradicional. Entiendo que seguramente hubiese sido mucho más difícil conseguir fondos para la producción si se comprometían a grabar todo en blanco y negro, pero a la vez, no se puede dejar de admitir que hubiese sido la mejor decisión creativa que hubieran podido tomar.

De las actuaciones tengo pocas quejas. Ahora que Liam Neeson tiene setenta años, se involucra en menos escenas de pelea o balaceras, por lo que su Marlowe es un héroe un poco más paciente, más centrado en la investigación minuciosa que la violencia. No es que “Sombras de un crimen” carezca de acción —de hecho, hay un par de momentos de violencia bastante emocionantes. Simplemente no es el FOCO de la película. Por su parte, Diane Kruger interpreta a una arquetípica “femme fatale” con aplomo, y Adewale Akinnuoye-Agbaje resalta como un chofer que se termina aliando con Marlowe (aunque me hubiese gustado que pase mucho antes). El reparto secundario, además, está repleto de nombres que le otorgan credibilidad a la producción, desde Ian Hart (memorable como Green), hasta Alan Cumming (aunque su acento americano no es tan bueno), Lange (en un rol algo metatextual), Colm Meaney (siempre divertido), y Daniela Melchior (de lo mejor que nos entregó “El escuadrón suicida”, de James Gunn).

Si “Sombras de un crimen” cuenta con un defecto fatal, es el ritmo. Por más de que la historia esté llena de enredos y muerte y crímenes y droga y sexo, al filme en general le falta energía, haciendo uso de un montaje demasiado relajado, donde nada parece sentirse demasiado grave. Eso, sumado a las escenas con cámara en mano, y un clímax que sucede demasiado pronto (lo cual resulta en una suerte de “coda” anticlimática y muy larga), convierten a “Sombras de un crimen” en una experiencia entretenida… pero irregular. Se pudo hacer algo un poco mejor con el personaje, de eso no hay duda, pero igual recomiendo la película a quienes extrañen un cine un poco más clásico y maduro en la cartelera local. Da gusto ver a Neeson en algo menos frenético y un poco distinto —solo espero que sus fanáticos lo vean de esa forma también.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.