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CRÍTICA: Mickey 17 – la vida y la muerte como un juego

CRÍTICA: Mickey 17 – la vida y la muerte como un juego

Sebastian Zavala Kahn

Crítico de cine

Escrita y dirigida por Bong Joon Ho (y basada en la novela de Edward Ashton), “Mickey 17” es lo más reciente del director de “Parásitos”, por lo que trae consigo ciertas expectativas que no cualquier cineasta sería capaz de cumplir. Bong no es cualquier cineasta, felizmente, y aunque vale la pena admitir que “Mickey 17” no está al nivel de su galardonado filme anterior, igual se trata de una experiencia interesante que mucho nos dice sobre el valor de la vida y los extremos a los que el capitalismo podría llegar en un futuro no tan cercano. A través de una premisa de ciencia ficción, la película desarrolla una narrativa que combina diferentes estilos, géneros y tonos, y aunque no llega a ser del todo satisfactoria, igual tiene mucho para recomendar.

“Mickey 17” comienza con una narración en off por parte de Mickey (Robert Pattinson), la cual entra y sale a lo largo de la película. Gracias a ella, nos enteramos de que nuestro protagonista es un Descartable; un tipo de pocas ambiciones y menos habilidades que, luego de entrar en problemas con un mafioso en la Tierra, decide meterse en una nave e ir con un grupo de colonizadores a un nuevo planeta. Tanto en la nave como en el planeta, se dedica a realizar los trabajos más peligrosos posibles, muchos de los cuales terminan en su muerte. Pero no hay problema: cada vez que Mickey muere, su cuerpo simplemente es replicado, manteniendo los mismos recuerdos que su Yo anterior.

Como se deben imaginar, la mayor parte de “Mickey 17” se centra en la versión diecisiete de Mickey, quien convive feliz con su novia, la astuta Nasha (Naomi Ackie). Pero cuando la nave llega al planeta alienígena luego de cuatro años y medio de viaje, y Mickey es enviado a explorar una cueva, surgen los problemas. Es ahí donde es supuestamente asesinado por un alien gigante (luego llamado Gusano) y dejado por muerte por sus colegas, quienes proceden a clonarlo como siempre. Pero el Gusano en realidad salva a Mickey, y cuando este regresa a la nave, se encuentra con su Yo duplicado. Esto al inicio emociona a Nasha, quien le encuentra un gran potencial sexual a la situación, pero luego la preocupa, especialmente cuando el líder de la colonia, el ex congresista Kenneth Marshall (Mark Ruffallo) se termina enterando de la existencia de estos duplicados.

Bong siempre ha sido un cineasta interesado en la lucha de clases y las injusticias de los sistemas sociales capitalistas, tanto en un contexto realista y contemporáneo (como en “Parásitos”), como en uno más fantasioso y exagerado (como en “Snowpiercer”). En “Mickey 17”, tenemos a un grupo de personas lideradas por un Marshall que parece ser una suerte de mezcla entre Donald Trump y Elon Musk, con dientes gigantes blanquísimos, y una alucinante dependencia a su más inteligente esposa (Toni Collette). Haciendo uso de absurdas tácticas populistas, el personaje de Ruffallo termina siendo un excelente antagonista porque representa al político millonario estúpido y despiadado; de poca inteligente y menos perspicacia, pero a la vez, de mucho poder y recursos.

Es a través de él, de hecho, que vemos como Bong va desarrollando un mundo igual de controlado por los capitalistas que el nuestro, pero lleno de recursos de ciencia ficción que traen consigo implicancias interesantes. Sí, es verdad que el concepto de la clonación es no está tan bien aprovechado como me hubiese gustado, pero igual resulta intrigante —y gracioso— ver la forma en que el equipo de científicos de Marshall trata a las diversas muertes de Mickey. Es ahí donde entran a tallar los elementos de comedia negra, presentándonos muertes instantáneas; muertes alargadas, muertes crueles, traumáticas, olvidadas y hasta ridículas. Los demás —a excepción de la siempre leal Nasha— ya no consideran a Mickey como un ser humano —o siquiera un ser vivo—, si no más bien como un pedazo de carne con el que pueden —y deben— jugar.

Esto resulta, por supuesto, en un personaje bastante patético con el que es fácil empatizar. Pattinson interpreta al Mickey Diecisiete como alguien bastante sencillo, pero no necesariamente tonto —es simplemente un hombre que nunca llegó a encontrar su lugar en la Tierra, y que era tan bonachón que todos —incluyendo a su supuesto mejor amigo, Timo (Steven Yeun)— se aprovechaban de él. Por otro lado, el segundo Mickey es como una versión cínica del original, agresivo y sarcástico, y Pattinson logra diferenciar a ambos de forma magistral, jugando con su voz como muy pocos otros actores de su generación. Por su parte, Naomi Ackie está genial como la inteligente —y cachonda— Nasha; Mark Ruffallo da una interpretación deliciosamente payasesca como Marshall; Toni Collette destaca en un rol limitado pero importante, y la gran Anamaria Vartolomei (de “El acontecimiento”, “El conde de Montecristo” y “The Empire”) desarrolla a Kai Katz, una comandante de la colonia, de forma verosímil y sutil.

Ahora bien, si “Mickey 17” no funciona de la misma manera que las mejores producciones de Bong, es porque parece querer hacer mucho al mismo tiempo. La mezcla de tonos funciona, sí —de hecho es de sus mejores características—, pero al querer criticar a los millonarios, las corporaciones, la prácticas cuestionables de científicos, los colonizadores, los racistas y hasta quienes no valoran la vida, el filme se termina sintiendo disperso. No ayuda, además, que el ritmo sea bastante errático, contando con un segundo acto algo letárgico que me terminó por cansar bastante, y un tercer acto —y coda— de mucha energía y más urgencia. “Mickey 17” se siente sorprendentemente personal —especialmente considerando que es una película norteamericana de estudio grande—, pero a la vez, incluye demasiado como para satisfacer a todo nivel.

Lo cual no quiere decir que sea una decepción, por supuesto. “Mickey 17” está demasiado bien hecha y cuenta con actuaciones demasiado buenas como para que no resulte recomendable. Disfruté de sus comentarios políticos —por más de que hayan demasiados— y de sus cualidades visuales —los Gusanos lucen absolutamente realistas—, así como de las grandes actuaciones (especialmente las de Pattinson y Ackie). Y aunque la experiencia en general no es igual de memorable que “Parásitos” o siquiera tan emocionante como “Snowpiercer”, igual se nota que “Mickey 17” es una película de Bong Joon Ho al cien por ciento. Quizás esperaba demasiado de ella, y por eso no me terminó de convencer, pero una buena película de Bong igual sigue siendo una buena película de Bong. 

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

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