Si lo que esperan ver es una historia de terror puro, es posible que salgan algo decepcionados luego de ver “La casa oscura” en el cine (si es que se aventuran a ir a una sala de cine, claro está). Sin embargo, si es que deciden ver esta película con la mente abierta, se encontrarán con un thriller psicológico bastante efectivo, protagonizado por una genial Rebecca Hall. Sí, el filme abusa un poco de los famosos jump scares (ruidos fuertes o apariciones súbitas), pero a la vez, logra desarrollar una atmósfera palpable de suspenso, y presenta a una protagonista compleja y creíble, lo cual le permite diferenciarse (aunque sea ligeramente) de otros ejemplares del género. No será arte puro, pero “La casa oscura” funciona, aunque sea, más a nivel dramático que a nivel de horror.
Hall interpreta a Beth, una viuda que se ha quedado viviendo sola en una casa frente a un lago, luego de que su amado esposo, Owen (Evan Jonigkeit) se quitara la vida. Dispuesta a seguir adelante, decide regresar al trabajo casi inmediatamente, lo cual le preocupa un poco a su mejor amiga y compañera de enseñanza en la escuela, Claire (Sarah Goldberg). Y parece que su preocupación está bien justificada: poco a poco, Beth comienza a descubrir algunos de los secretos que Owen aparentemente le guardaba, mientras, al mismo tiempo, empieza a tener sueños tan vívidos (y perturbadores), que parecen estar ocurriendo de verdad. Es así que la realidad y las visiones comienzan a mezclarse, y que Beth decide descubrir, de una vez por todas, la razón del suicidio repentino de su esposo.
Lo más interesante de “La casa oscura” está en el desarrollo de Beth. Acá tenemos a una protagonista emocionalmente afectada por la inesperada partida del amor de su vida, y que está tratando de dejar todo de lado, ignorando, inicialmente, algunos objetos sospechosos que va encontrando en su casa. Hall la interpreta como una mujer racional que, poco a poco, va descubriendo que su esposo no era quien parecía ser, y que a diferencia de otras protagonistas del cine de terror, reacciona a eventos aparentemente sobrenaturales, más o menos de la misma manera en que una persona normal lo haría en la vida real. Pero más importante: Hall nunca recurre al melodrama para transmitir el dolor que Beth está viviendo, más bien actuando mucho con su rostro de manera sutil, especialmente cuando se encuentra sola deambulando por la casa, o por el bosque que la rodea.
Sin embargo, por más de que “La casa oscura” esté dispuesta a explorar, aunque sea superficialmente, las consecuencias de un suicidio y las razones por las que una persona podría quitarse la vida, vale la pena mencionar que cierto giro narrativo podría considerarse ligeramente insensible. No quiero mencionar spoilers, por lo que solo diré que ciertas revelaciones convierten al suicidio de Owen en algo trillado —relacionado, como se deben imaginar, a los sueños que Beth está teniendo—, y que para colmo de males, no está muy bien explicado. La narrativa cuenta con cierto ángulo sobrenatural que, sin llegar a ser demasiado claro, podría confundir —o hasta molestar— a ciertos espectadores.
Felizmente, el director David Bruckner logra inyectarle una atmósfera palpable de tensión a la película, lo cual ayuda a obviar algunos de los recursos de “terror” más choteados a los que recurre. La casa de Beth y Owen es suficientemente oscura (heh), y el lago, misterioso, vacío y callado, representa todo lo que le brinda dolor a Beth. Adicionalmente, Bruckner juega mucho con las siluetas y las sombras para asustar al espectador ocasionalmente, lo cual es muy efectivo, y junto con la excelente actuación de Hall, debería ser suficiente para sumergirlo en este mundo perturbador y aparentemente sobrenatural. Sí, es cierto que hay ciertos MacGuffins estereotípicos, como un muñeco vudú, cuyos roles nunca llegan a ser esclarecidos, pero no son más que detalles que, felizmente, no logran arruinar la experiencia en general.
De hecho, “La casa oscura” llega a sentirse como una experiencia algo refrescante luego de ver “Maligno”, de James Wan. Mientras que la más reciente película del creador de “El Conjuro” es un homenaje al cine de serie B y al giallo, lleno de gore y momentos exagerados, “La casa oscura” se toma bastante más en serio a sí misma, intentado desarrollar a Beth como un personaje con el que resulta fácil empatizar. Y más importante: logra meter al espectador en su cabeza, lo cual ayuda a que comience a tener dudas sobre el mundo que la rodea. ¿Qué es real, y qué está dentro de su mente? Puede que las respuestas no sean muy satisfactorias, pero el camino para llegar a ellas debería satisfacer a los fanáticos de los thrillers lentos y llenos de suspenso.
Fuera de un título innecesariamente genérico, un clímax algo decepcionante, y el tratamiento cuestionable del suicidio del personaje de Owen (lo cual, además, es discutible), no hay mucho que reprocharle a “La casa oscura”. Lo que tenemos acá es un gran ejemplo de lo que Rebecca Hall puede hacer si ese que se la deja sola en una casa oscura (sí, sí, lo sé) y potencialmente asechada por una presencia misteriosa. Su actuación es lo mejor que tiene la película para ofrecer, y junto con la atmósfera bien desarrollada, ayuda a que uno se meta en la historia, ignorando algunas de sus más notables deficiencias. “La casa oscura” no es un gran thriller psicológico, pero está lo suficientemente bien hecho y actuado, como para entretener, al menos, durante poco más de noventa minutos.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de MasGamers, Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Desde enero del 2012 publica videocríticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas. Cofundador de FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.