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CRÍTICA: Exterminio: la evolución – un homenaje a la (no)muerte

CRÍTICA: Exterminio: la evolución – un homenaje a la (no)muerte

Sebastian Zavala Kahn

Crítico de cine

Han pasado veintitrés (no veintiocho) años, pero por fin hemos regresado al mundo desarrollado inicialmente por Danny Boyle (“Trainspotting”, “Steve Jobs”) en el 2002 en “Exterminio”. Los zombies siguen siendo rápidos, la supervivencia sigue siendo vital, y curiosamente, el Reino Unido sigue siendo el único lugar del mundo en estar infestado de no-muertos. Y aunque se han cambiado las cámaras de formato DV en definición estándar por iPhones 15, “Exterminio: la evolución” sigue manteniendo aquella estética sucia, cercana, llena de textura de la película original. Pero hay algo más: además de la tensión y suspenso que la historia nos genera, ahora tenemos, también, una experiencia inesperadamente emotiva, que seguramente hará que varios miembros del público lloren.

“Exterminio: la evolución” termina siendo, pues, de las mejores experiencias que he tenido en el cine este año. Como película, funciona perfectamente sin depender de las dos cintas previas, estableciendo con eficiencia el contexto en el que se lleva a cabo, haciendo que los espectadores que no vieron las otras entregas de la saga no se sientan perdidos. Y a nivel emocional, se trata de lo mejor que Boyle ha hecho en un buen tiempo, mezclando suspenso y gore y horror con un centro emocional potente, enfocado en una relación creíble de madre e hijo. El resultado es la mejor película de zombies que hayamos visto en años, y un filme que ningún fanático del género debería perderse.

“Exterminio: la evolución” comienza con un prólogo a modo de flashback, en el que vemos a un pequeño Jimmy (Rocco Haynes) sobreviviendo a la infección zombie en las montañas escocesas. Veintiocho años después (ja), nos centramos en Jamie (Aaron Taylor-Johnson) y su hijo de doce años, Spike (Alfie Williams), quienes viven en una comunidad aislada en una isla junto a su enferma esposa y madre, Isla (Jodie Comer). Junto al resto del pueblo, se dedican a sobrevivir y, más importante, a usar sus arcos y flechas a cazar a los infectados que pueblan los bosques en el continente, a los que pueden acceder únicamente por un camino elevado que se revela cuando la marea baja.

Las cosas cambian, sin embargo, luego de que Jamie lleva a Spike a su primera caza. Enterándose de que existe un “verdadero” doctor que se supone vive en el continente, el niño decide sacar a su madre del pueblo, con la esperanza de que la puedan curar. Es así que se adentran juntos en un mundo peligroso, en el que tienen que estar alertas todo el tiempo. Después de todo, no solo hay zombies regulares que infectan a los seres humanos sanos cuando los muerden, si no también están los Alfa, seres inmensos y fuertes que se dedican a arrancarle la cabeza (estilo fatality) a sus enemigos. Es a través de esta travesía que Spike termina por madurar, y que se da cuenta de que las cosas en este mundo son más complicadas de lo que creía.

Uno de los aspectos más alucinantes de “Exterminio: la evolución” es su construcción de un mundo verosímil y violento. Inicialmente puede resultar curioso que solo el Reino Unido esté viviendo en una suerte de apocalipsis zombie, pero una vez que aparece cierto personaje secundario (aunque sea por poco tiempo), uno va entiendo por qué es que las cosas son así. Además, desde un inicio se entiende que personajes como Jamie están enfocados enteramente en la supervivencia, habiendo aceptado que el resto del planeta los ha abandonado —y que muchas de las costumbres que tenían de antes simplemente han desaparecido. Es una suerte de aislamiento forzoso; como un castigo por parte de los demás países para una sociedad que simplemente no pudo ni supo cómo contener una infección.

Fuera de eso, si “Exterminio: la evolución” funciona, es porque maneja una nivel increíble de tensión. Utilizando una estética sucia e imperfecta —la película, nuevamente, fue grabada enteramente con iPhones 15—, la película logra meternos de lleno en la violencia con la que los personajes se encuentran. Sabemos que son personas comunes y corrientes que pueden morir en cualquier momento, y los zombies son presentados como antagonistas formidables —fuertes, despiadados, muertos (ja) de hambre—, y esto resulta en secuencias de persecución y acción llenas de suspenso. Súmenle a esto técnicas audiovisuales interesantes, casi experimentales —como los planos tipo bullet time usados cuando los zombies son asesinados, realizados con un rig que consistía de como veinte iPhones puestos alrededor de los actores—, y “Exterminio: la evolución” se termina sintiendo como una propuesta arriesgada, distinta.

De hecho, resulta curioso que, al usar una herramienta puramente digital —teléfonos—, Boyle haya sido capaz de otorgarle un estilo visual al filme que más bien me hizo recordar a las épocas del celuloide, por momentos luciendo como algo filmado en película de 16mm. Esa imperfección visual y suciedad estética hace que el mundo de “Exterminio: la evolución” se sienta más creíble y cercano. Lo mismo se puede decir de la utilización del gore extremo y de los zombies desnudos —nunca había visto tantas columnas vertebrales y genitales en una sola cinta. “Exterminio: la evolución” se siente como una propuesta sin censura, que nos muestra las cosas tal y como serían en un contexto tan específico como este.

No obstante, lo que destaca más en la película es la forma en que le permite conectar al espectador con sus personajes. El Spike de Alfie Williams y la Isla de Jodie Comer son el corazón de la película, con ambos personajes desarrollando su relación madre-hijo de forma emotiva y verosímil. No quiero incluir spoilers, por lo que solo diré que hay cierto momento en el tercer acto de “Exterminio: la evolución” que hizo llorar a varias personas en la función a la que fui, lo cual generalmente no es algo que esperamos de una película de zombies más tradicional. Todo aquello, además, está vinculado al personaje del Doctor Kelson (el gran Ralph Fiennes), quien se dedica a homenajear, de forma algo extraña, a las incontables víctimas de la infección en el Reino Unido. Su interpretación es fascinante, convirtiendo a Kelson en una figura imprevisible y que felizmente va en contra de las expectativas iniciales del público.

“Exterminio: la evolución” es una experiencia inesperadamente emotiva que igual cumple con las expectativas que cualquier fanático del género podría tener de una nueva película de zombies. Sí, hay harto gore y violencia y momentos de palpable tensión, pero también hay un universo formidablemente construido, poblado por personajes complejos que intentan encontrar algún tipo de humanidad en un mundo mayoritariamente inhumano. Las técnicas visuales innovadoras de Boyle complementan a la historia y las sensaciones que se quieren generar en el espectador, y los actores están todos geniales (Alfie Williams está particularmente bien, sosteniendo buena parte del filme sobre sus hombros). La original “Exterminio” es un clásico moderno del cine británico de terror, pero esta nueva secuela me fascinó por como logra expandir el universo introducido en aquella primera entrega. No aguanto a esperar hasta enero para ver la (ya filmada) tercer entrega dirigida por Nia DaCosta.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

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