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CRÍTICA: El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim – da gusto regresar a esta versión de la Tierra Media

CRÍTICA: El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim – da gusto regresar a esta versión de la Tierra Media

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

Han tenido que pasar más de veinte años, pero por fin hemos regresado a la versión de la Tierra Media del neozelandés Peter Jackson (¿estoy ignorando de forma muy conveniente a las películas de “El Hobbit”? Pues… puede que sí, lo siento). “El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” es una película tipo anime que nos remonta a los orígenes de Helm Mano de Hierro, aquel Rey de los Rohirrim (es decir, del país de Rohan) cuyo nombre lleva el Abismo de Deep, el castillo que fue protagonista de LA espectacular batalla de “El señor de los anillos: las Dos Torres”. En una precuela (y ya, okey, si tomamos en cuenta a las películas de “El Hobbit”, técnicamente es la precuela de la precuela), pero felizmente no cae en la mayoría de trampas de que las que abusan este tipo de producciones.

Porque al final del día, fuera de una narración en off por parte de Éowyn (Miranda Otto), y un par de referencias a la clásica trilogía que vienen al final de la historia, la narrativa de “El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” funciona por sí sola. Evidentemente, ayuda saber un poco sobre este mundo y obviamente haber visto los filmes anteriores, pero si es que han estado viviendo en una cueva y saben poco o nada de “El señor de los anillos”, igual la pasarán bien con “La guerra de los Rohirrim”. La película hace un buen trabajo estableciendo el mundo de la Tierra Media, pues, y específicamente la política y características sociales de los Rohirrim, un pueblo de jinetes, guerreros, y reyes increíblemente musculosos.

Al comenzar la película, vemos como la joven y testaruda Hèra (voz de Gaia Wise) trata de entablar una suerte de relación con las águilas gigantes que pueblan este mundo (algo que, claramente, cobra importancia hacia el final de la historia). Pero cuando regresa a la ciudad de Édoras, su hogar, vemos cómo tiene una relación algo complicada con su poderoso padre, Helm (Brian Cox), quien la quiere casar con alguien de la ciudad de Gondor para mejorar las relaciones entre ambos pueblos. Las cosas se complican incluso más, sin embargo, con la llegada de Freca (Shaun Dooley), del sur, y su hijo, el guerrero Wulf (Luca Pasqualino), un amigo de la infancia de Hèra. El primero quiere casar a su hijo con la chica, supuestamente para fortalecer las relaciones internas en Rohan, pero el Rey se rehúsa.

Esto, lamentablemente, resulta en la muerte súbita de Freca bajo la mano de Helm (por algo lo llaman Mano de Hierro…). Wulf es desterrado de Rohan, pero jura vengarse. Y eso es precisamente lo que sucede unos años después, cuando Hèra es raptada por Wulf y sus hombres, para luego ser rescatada por sus hermanos Haleth (Benjamin Wainwright) y Hama (Yazdan Qafouri), y Olwyn (Lorraine Ashbourne), una de las pocas Doncellas Escuderas que quedan en el país. Es así que se enteran que Wulf y un ejército de rebeldes han invadido Isengard, y piensan acabar con Édoras y el Reinado de Helm. Lógicamente, nuestros protagonistas tienen que detenerlos, pero luego de una ardua batalla, se ven obligados a huir a Hornbug (luego mejor conocido como el Abismo de Helm), en donde tendrán que soportar el invierno mientras son asediados por el enemigo.

Las primeras impresiones son valiosas, y desde su primera escena, se nota que el director Kenji Kamiyama y su equipo se han esforzado por mantener la estética que fue desarrollada por Jackson en su trilogía inicial, pero en formato animado. Esta es la Tierra Media que conocemos y adoramos, y por ende, los personajes visten como deberían vestir, hablan como deberían hablar, y locaciones como Édoras, el Abismo de Helm y hasta los bosques lucen tal cual lucían en las películas originales. Esto también se extrapola a la banda sonora —Howard Shore no ha regresado, pero el compositor Stephen Gallagher hace uso de muchos de sus temas originales, incluyendo la memorable tonadilla principal de Rohan. Todo se siente familiar y cómodo, pero con una nueva mano de pintura animada.

La narrativa en sí, por otra parte, termina siendo suficientemente emocionante. Sí, hay ciertos momentos que se sienten un poco muy similares a los de las películas (especialmente aquellos que involucran a los Olifantes, o ciertas partes del asedio a Hornbug), pero en general, “El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” logra desarrollar una historia interesante, enfocada en una joven guerrera, necia y valiente, que tiene que encontrar su sitio en esta sociedad. Hèra es caracterizada como una heroína fuerte pero imperfecta, que a través de la relación con su padre (igual de imperfecto y más agresivo) aprende a convertirse en una lideresa y a defender a su gente. Las caracterizaciones en general son bastante buenas —disfruté también, por ejemplo, del desarrollo de Wulf, un tipo sumergido en la venganza que ya no puede ver nada más, y que demuestra ser más cobarde de lo que muchos creían.

Ahora, sí es cierto que, como muchas otras precuelas, hay ciertos elementos de las películas previas (o posteriores a nivel narrativo) que son explicados acá. Nos enteramos de cómo Hornbug se convierte en el Abismo de Helm, de cómo Saruman termina gobernando Isengard, e incluso de cómo los orcos terminan movilizándose bajo las órdenes de Sauron. Pero felizmente estos elementos nunca llegan a distraerlo a uno de la historia principal; son más como detalles curiosos que han sido incluidos para que los fanáticos acérrimos se emocionen, más “easter eggs” que verdaderas contorsiones narrativas. Porque al final del día, “El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” se enfoca más en sus personajes humanos (no aparecen ni elfos ni enanos, por ejemplo, y mucho menos Hobbits), y especialmente en Hèra.

De la animación tengo pocas quejas. “El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” es una película que luce realmente bien, haciendo uso de animación tradicional en 2D la mayor parte del tiempo (detallada, fluida, vistosa), pero a veces combinándola con elementos en 3D, la mayoría en los fondos o las locaciones. Estas mezclas no siempre llegan a funcionar del todo, pero uno felizmente se llega a acostumbrar. Fuera de eso, disfruté mucho de los diseños de los personajes. Lucen, apropiadamente, como personajes de anime, pero a la vez, se nota a leguas que pertenecen al mundo de la Tierra Media, respetando los colores y diseños y elementos visuales que se introdujeron por primera vez en la trilogía original. Y bueno, en general, da gusto poder ver una película animada en 2D en el cine —algo cada vez menos común en un mercado dominado por el 3D y el CGI.

“El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” no llega a estar al mismo nivel que la primera trilogía de Peter Jackson (eso sería tarea imposible), pero felizmente, es mucho mejor que cualquiera de las películas de “El Hobbit”. El filme se toma muy en serio a sí mismo, y es bastante violento por momentos, sin miedo a enseñar escenas de muerte y sufrimiento. Los personajes son interesantes, la animación es de muy buena calidad, y aunque el ritmo baja un poco durante el segundo acto (y el film en general dura dos horas con quince minutos, cosa que no me esperaba), “El señor de los anillos: la guerra de los Rohirrim” nunca se torna aburrida o sosa. Me encantó, de hecho, regresar a esta versión de la Tierra Media. No me importaría ver más películas animadas de este tipo mientras esperamos que se estrene la ya anunciada cinta de acción en vivo centrada en Gollum. Con tal de que se mantengan estos estándares, no debería haber mayor problema.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

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