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CRÍTICA: Babygirl: deseo prohibido – Nicole Kidman quiere ser controlada

CRÍTICA: Babygirl: deseo prohibido – Nicole Kidman quiere ser controlada

Sebastián Zavala Kahn
Sebastián Zavala Kahn

Crítico de cine

A primer vista, «Babygirl: deseo prohibido” puede sentirse como una nueva versión de aquellos thrillers eróticos que salieron y que resultaron ser extremadamente populares en los 80s y 90s. Pero la película de Halina Reijn (“Bodies Bodies Bodies”) felizmente demuestra ser algo más. Es, en realidad, una interesante exploración del consentimiento, las relaciones de poder, los fetiches, la importancia de la comunicación en el sexo, y más. Y por supuesto, cuenta con una excelente actuación por parte de Nicole Kidman, lo cual termina por elevar el material. No se trata de una GRAN película, necesariamente, pero a la vez, «Babygirl: deseo prohibido” demuestra ser algo más que un simple melodrama erótico.

Al comenzar la película, vemos que nuestra protagonista, Romy (Kidman) parece tenerlo todo. Es la CEO de una empresa de robótica que ha inventado un nuevo sistema de automatización para almacenes (como los que usa Amazon). Tiene a un esposo que la ama, el director de teatro Jacob (Antonio Banderas). Y tiene a un par de hijas que, a pesar de estar pasando por momentos complicados (especialmente la mayor, que ya comienza a comportarse como una verdadera adolescente), también la quieren. Es una mujer poderosa, pues, y alguien que ha logrado llegar a la cima a pesar de haber pasado la mayor parte de su infancia, como nos llegamos a enterar, entre cultos y comunas.

No obstante, Romy esconde algo más oscuro. Luego de tener sexo con su esposo, va a su oficina y comienza a masturbarse mientras ve porno. Y más adelante confiesa que ha tenido pensamientos oscuros y medio enfermos desde muy joven. Por ende, no resulta sorprendente cuando es inmediatamente paralizada por la llegada de Samuel (Harris Dickinson), un nuevo practicante en su empresa que termina siendo más aventado y hasta faltoso de lo que esperaba. Es así que, poco a poco, los dos comienzan un “affair”, en donde él la domina a ella, a veces tratándola como un perro, y siempre diciéndole lo que tiene que hacer. Pero como se deben imaginar, esta “sacada de vuelta” eventualmente trae consigo consecuencias, especialmente cuando Romy se da cuenta de que no es necesariamente todo lo que ella quería.

A diferencia de un thriller erótico de los ochentas, por ejemplo, “Babygirl: deseo prohibido” toma en consideración la forma en que los temas de acoso sexual son tomados en cuenta hoy en día. Por ende, por más de que Romy y Samuel comienzan una suerte de romance, ella parece estar siempre preocupada por temas de consentimiento, diciéndole con frecuencia que ella no quiere abusar de él, y que más bien lo quiere cuidar. Pero la respuesta de Samuel es siempre la misma: él no saldrá herido. Y en cierto momento, hasta le dice que en realidad ÉL tiene el poder. Y eso es precisamente lo que le excita a Romy: ser una mujer de poder que, al menos cuando está con este chico, pierde dicho poder, y se ve obligada a hacer lo que ÉL le dice.

Es así que «Babygirl: deseo prohibido” le da la vuelta la relación que una CEO y un practicante podrían tener entre sí, agregándole, por supuesto, una buena dosis de erotismo y sexo y nerviosismo. Es interesante porque claramente los personajes se desean el uno a la otra, pero a Romy se le ve continuamente incómoda, como si hubiese una fuerte batalla dentro de su cabeza. Puede que lo que le ofrece Samuel sea lo que ella DESEA, pero eso no quiere decir que sea necesariamente lo que NECESITA. Después de todo, si cae rendida ante él, es únicamente porque su esposo no la satisface en la cama. Hacia el final, le confiesa que nunca ha tenido un orgasmo con él (resulta que el orgasmo con el que comienza la película era falso), más que nada porque nunca le ha dado lo que ella quería.

Al final del día, pues, el conflicto central de «Babygirl: deseo prohibido” se lleva a cabo por una falta de comunicación entre Romy y Jacob. Si se hablaran bien en la cama, si ella le dijera lo que quiere mientras tienen sexo, y si él la escuchara, nada de lo ya mencionado hubiese pasado. Es por todo eso que el desenlace de «Babygirl: deseo prohibido” resulta tan interesante. No incluiré “spoilers”, así que solo diré que la mayoría de personajes terminan aprendiendo sus lecciones, y que la película parece plantear que incluso este tipo de engaños puede traer consigo algunas ventajas. Después de todo, Romy no se metió con Samuel porque había dejado de querer a su esposo; lo hizo únicamente porque buscaba una aventura, algo peligroso y tenso, muy distinto a lo que Jacob le daba en la intimidad. No era una cuestión emocional, si no más bien de lujuria y deseo.

Previsiblemente, Nicole Kidman da una excelente actuación como Romy. Interpreta a la poderosa mujer como alguien que siempre quiere tener el control en el trabajo, pero que quiere ser dominada en la intimidad. Es una interpretación potente y carente de ego, esto último especialmente en las escenas de sexo que comparte con Harris Dickinson. Y es precisamente este último quien demuestra ser una gran contraparte para Kidman; un chico aparentemente gentil que termina siendo un manipulador de aquellos, alguien que busca el control a pesar de ser muy joven, y que hasta cierto punto termina ejerciendo mucho control por sobre su supuesta jefa.

«Babygirl: deseo prohibido” es el tipo de película que ya no se ve con demasiada frecuencia en cines —un filme centrado en el deseo, el sexo, y los problemas de pareja, que no tiene miedo de ser explícito y honesto y creíble. Tanto Kidman como Dickinson están excelentes (Banderas y Esther McGregor, como la hija adolescente, también destacan), y el estilo de dirección de Reijn, lleno de cámaras en mano, planos de poca distancia focal, y colores cálidos, ayuda a enfatizar la intimidad entre personajes. «Babygirl: deseo prohibido” no es una GRAN cinta, —llega a ser algo repetitiva por momentos, y el final no será del todo satisfactorio para todo el mundo—, pero igual es una historia que valió pena ser contada. Considerando lo mucho que están regresando al conservadurismo ciertas generaciones nuevas, me da mucho gusto que este tipo de “películas arrechas” se sigan haciendo. Modernizadas, sí, pero aquí están.

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

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