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CRÍTICA: El día que la Tierra explotó: Looney Tunes – diversión pura

CRÍTICA: El día que la Tierra explotó: Looney Tunes – diversión pura

Sebastian Zavala Kahn

Crítico de cine

Cuesta creerlo, pero por alguna razón u otra, “El día que la Tierra explotó” es la primera película completamente animada para cines de los Looney Tunes —todas las producciones que se han estrenado previamente han sido o compilaciones de cortometrajes, o filmes que combinaban la acción en vivo con la animación (como “Space Jam” o “Looney Tunes: de vuelta a la acción”). Por ende, por más de que la Warner se haya rehusado a distribuir el filme —vendiéndole dichos derechos a Ketchup Entertainment—, la existencia de “El día que la Tierra explotó” es algo que merece ser celebrado. Y especialmente porque se trata de una experiencia extremadamente divertida y graciosa.

Aquello se debe a que “El día que la Tierra explotó” termina siendo de lo mejor que han hecho los Looney Lunes en un buen tiempo, haciendo uso del estilo del humor al que tanto nos han acostumbrado estos personajes a través de las décadas, pero modernizándolo y haciendo que se sienta vigente. El resultado, pues, es un largometraje que combina lo tradicional con lo contemporáneo; lo clásico que seguramente apelará a quienes han disfrutado de estos personajes por años, con un estilo de humor y energía que mantendrán entretenidos a los miembros más pequeños de la audiencia. “El día que la Tierra explotó” termina siendo, pues, el tipo de filme que debería apelar a públicos de todas las edades, cosa que fue evidente, por lo menos, en la función a la que fui.

“El día que la Tierra explotó” comienza con un hilarante prólogo en el que nos enteramos de los inicios del Pato Lucas (voz de Eric Bauza) y el cerdito Porky (también Bauza). Resulta que fueron rescatados por el Granjero Juan (Fred Tatasciore) quien, en una de las decisiones creativas más graciosas del filme, es presentado únicamente a través de pinturas ligeramente más detalladas que los personajes animados, lo cual le permite verse como una figura casi surrealista. En todo caso, es dicho personaje quien le entrega a los chicos un hogar, los cría, y finalmente los deja para irse al cielo o algo por el estilo (en vez de simplemente morir, se da a entender que Jim “se les va” a Porky y Lucas lo cual, por supuesto, no quiere decir que no vuelva a aparecer en la película).

Años después, el Pato y el Cerdo viven solos en la casa que Jim les dejó, la cual, dicho sea de paso, está bastante venida a menos. Tanto así, de hecho, que una inspectora del vecindario (Laraine Newman) les dice que si no reparan su techo, serán botados del lugar y la casa será demolida. Resulta, pues, que un OVNI llegó una noche y al convertir a un científico (Tatasciore nuevamente) en un zombie alienígena, le hizo un hueco al techo de la casa de Porky y Lucas. Pero bueno, el punto es que nuestros protagonistas logran conseguir un trabajo en la fábrica de chicles, lo cual les permitirá ahorrar y reparar el techo. Pero hay un problema: el ya mencionado OVNI es manejado por un Invasor (voz de Peter McNicol), quien no descansará hasta convertir a toda la raza humana en zombies, a través del uso de un nuevo sabor de chicle mezclado con baba alienígena. Y como se deben imaginar, los únicos que pueden detenerlo son Porky y Lucas, con la ayuda de una astuta cerdita científica, Petunia (Candi Milo).

La trama de “El día que la Tierra explotó” es sorprendentemente enredada, lo cual en realidad tiene sentido si uno considera que la inspiración principal del filme son las películas de alienígenas e invasiones espaciales de los años cincuenta. Es así que acabamos, por ejemplo, con un antagonista que viene del espacio exterior, así como con una situación de zombificación masiva, la cual puede ser resuelta únicamente por nuestros protagonistas. Felizmente, “El día que la Tierra explotó” nunca abusa de los elementos de ciencia ficción, más bien concentrándose en el humor derivado de las personalidades de Lucas, Porky y Petunia; el pequeño ejército de guionistas de la película (¡son ONCE!!!) entiende perfectamente a estos personajes, lo cual les permite desarrollar una experiencia consistentemente divertida.

Porque vale la pena recalcar que “El día que la Tierra explotó” es de las películas más graciosas que he visto en estos meses. El filme hace uso de diversos recursos narrativos, estilísticos y de caracterización de personajes para arrancarle una carcajada al espectador, lo cual logra otorgarle una energía palpable y maníaca. Y hay de todo: el aspecto pinturezco ya mencionado del Granjero Juan; una secuencia musical de estilo visual distinto al resto del filme; caídas, golpes y chistes de sorprendente doble sentido; una secuencia que homenajea a los episodios originales de los “Looney Tunes”, que hasta cambia a una proporción de pantalla cuadrada; y por supuesto, diálogos divertidos y situaciones en las que Lucas se comporta como un verdadero demente.

Esto último, por supuesto, contrasta a sobremanera con la personalidad más tranquila y hasta nerviosa de Porky, lo que los convierte en una pareja dispareja completamente memorable. Y aunque Petunia no es un personaje nuevo, es la primera vez que cobra tanta importancia, lo cual le permite a “El día que la Tierra explotó” incluir una historia de romance tanto graciosa como adorable. Por más de que la cinta se concentre más en los gags y en la ridiculez máxima, encuentra tiempo para desarrollar temas relacionados a la amistad y el cariño, haciendo un especial énfasis en la relación casi de hermanos entre Porky y Lucas, y en la atracción que el primero siente por Petunia. No es nada súper profundo, y de hecho creo que la película se hubiese beneficiado de un tratamiento temático un poco más complejo, pero igual agradezco que esté ahí.

Ahora bien, si hay algo que también contribuye a los chistes y el tono alocado y absurdo de “El día que la Tierra explotó”, es la animación. Me gusta la animación en 3D —se pueden hacer cosas muy interesantes con aquel recurso— pero resulta refrescante ver una película de animación en 2D en el cine. Y “El día que la Tierra explotó” luce absolutamente exquisita, aprovechando al máximo la elasticidad de sus personajes para depender casi enteramente de lo que coloquialmente es llamado “lógica de caricatura”. Es decir, los personajes pueden sobrevivir golpes, explosiones y hasta caídas de mandíbulas, haciendo que la narrativa opere de forma profundamente ridícula. Lo único que se debe tomar en serio en “El día que la Tierra explotó” son las relaciones mencionadas líneas arriba; todo lo demás es presentado de la forma más exagerada posible, tanto así que un giro narrativo del tercer acto —relacionado al Invasor— termina funcionando simplemente por el poco sentido que tiene.

La pasé muy bien como “El día que la Tierra explotó”; la película me hizo sentir como un niño, y me permitió darme cuenta de lo mucho que extraño este tipo de animación en el cine. Obviamente los largometrajes más complejos de Pixar, o las películas de ambiciosa animación en 3D de Dreamworks tienen —y deben tener— su espacio en la industria. Pero me da mucha pena que Occidente haya abandonado casi en su totalidad a películas como “El día que la Tierra explotó”, que se sienten como una excelente mezcla entre lo tradicional y lo relevante. Esta es una experiencia que merece ser tenida en el cine, y que los matará de risa con lo absurda, exagerada, colorida, enérgica y rápida que es. Vayan a verla no solo para regresar donde nuestros viejos amigos los Looney Tunes, si no también para que Ketchup Entertainment vea que hay un público para este tipo de producciones, y por ende, para filmes como “Coyote vs Acme”, la cual también ha logrado salvar de la total oscuridad

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

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