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CRÍTICA: Misión: Imposible – La sentencia final – una inmensa conclusión

CRÍTICA: Misión: Imposible – La sentencia final – una inmensa conclusión

Sebastian Zavala Kahn

Crítico de cine

Aquí es donde concluye todo. Donde todas las aventuras pasadas de Ethan Hunt (Tom Cruise) convergen. Donde todo cobra mayor sentido. “Misión: Imposible – La sentencia final” es la película más grande la franquicia; tan inmensa, de hecho, que por momentos —especialmente al inicio—, se puede sentir algo desordenada, abusando un poco de ciertas conexiones algo forzadas con los filmes anteriores de la saga. Pero una vez que la historia arranca —una vez que nos deshacemos de los diálogos de exposición prologanda y nos concentramos en el “aquí y hora”, “Misión: Imposible – La sentencia final” se convierte en una de las experiencias más intensas y tensas del año. Puede que la película no sea perfecta, pero como un digno final para la franquicia, funciona muy bien.

Ahora bien, lo que sí es cierto, es que la más reciente de Christopher McQuarrie (director de las dos entregas anteriores) toma ciertos riesgos que antes no hubiésemos esperado de una nueva entrega de “Misión: Imposible”. Mientras que las cintas anteriores funcionaban de forma individual, en algunos casos sirviendo como ejemplos de lo que diferentes cineastas podían hacer con el género, “Misión: Imposible – La sentencia final” aprovecha para tratar de generar vínculos con todas sus precuelas. Lo que pretende hacer el filme, entonces, es ayudar a que esta última parte se sienta como una conclusión de todo lo que vino antes, algo así como lo que intentó hacer JJ Abrams con “El ascenso de Skywalker” y la saga de “Star Wars”.

Curioso, pues, que McQuarrie esté tan interesado en enlazar su nueva película con todas las anteriores —no solo porque la franquicia no fue diseñada de esa forma desde un inicio, si no también porque sus intentos acá se sienten algo débiles. “Misión: Imposible – La sentencia final” funciona a pesar de dichas decisiones narrativas y no gracias a ellas, y especialmente durante su primer acto, cae en algunas trampas que hemos visto anteriormente en filmes claramente inferiores como el Episodio de “Star Wars” ya mencionado. Una revelación en particular, ligada al Briggs de Shea Whigham, no funciona para nada, y parece haber sido incluida de forma absolutamente gratuita. Uno quita aquel detalle —que es presentado de forma similar, además, a cuando se reveló que Rey era la nieta del Emperador Palpatine—, y no mucho cambia en “Misión: Imposible – La sentencia final”.

Pero me adelanto. Al comenzar la película, vemos que Hunt es llamado por la Presidenta de los Estados Unidos (Angela Bassett), quien le ruega se entregue a las autoridades para que les dé la llave de forma cruciforme vista en el filme anterior. Resulta que la Entidad está suelta por el mundo, lo cual ha hecho que los fake news se propaguen, las imágenes falsas creadas con IA estén por todas partes, y hasta se genere un culto en relación la Inteligencia Artificial maligna ya mencionada. Hunt, por su parte, está escondido —después de todo, todo lo que quiere es encontrar la forma de destruir a la Entidad, mientras que figuras como Gabriel (Esai Morales), más bien, quieren controlarla.

Como se deben imaginar, no pasa mucho tiempo para que Hunt se reúna con su equipo: Luther (Ving Rhames), Benji (Simon Pegg), Grace (Hayley Atwell) y hasta Paris (Pom Klementieff). Juntos, y con el permiso de la Presidenta, tienen tres días para llegar con la llave a un submarino hundido, encontrar el código fuente de la Entidad, y de alguna manera, combinarlo con un virus fabricado por Luther. Pero lograr eso no será fácil; no solo tienen a Gabriel como antagonista todavía, si no también a la Entidad tomando el control de todo el arsenal nuclear del planeta. Si Ethan y el resto no se apuran, la Entidad terminará por destruir al mundo entero. Para variar, entonces, el futuro de la raza humana depende de las acciones de Hunt, y por supuesto, de que pueda sortear todos los obstáculos que se le atraviesen en el camino.

Es así, pues, que “Misión: Imposible – La sentencia final” se lleva a cabo de forma grandilocuente, épica, poniendo a sus personajes en situaciones de vida o muerte, que más alejadas no podrían estar de los eventos de, por ejemplo, la primera película dirigida por Brian DePalma. El filme de McQuarrie ya no pertenece al subgénero del cine de espías; más bien, es una historia de épicas proporciones, curiosamente carente de acción durante su primera mitad, más bien enfocada en desarrollar temas relacionados a los peligros de la inteligencia artificial y la dependencia a la tecnología. Ethan, un héroe análogo y que todavía cree en la naturaleza compasiva del ser humano, es como un ente disruptivo en plena era digital. La máxima prueba de que la humanidad no nos la debe quitar nadie, mucho menos una I.A. maligna y empecinada en destruir el planeta.

Son mensajes loables, considerando la forma en que la I.A. ha venido siendo utilizada de un tiempo a esta parte, tanto para hacerle consultas a programas como ChatGPT, como para generar horripilantes imágenes artificiales basadas en el trabajo de seres humanos reales. “Misión: Imposible – La sentencia final” postula que el ser humano es imprevisible, hasta caótico, y que dichas cualidades jamás podrían ser reemplazas por una máquina. Si Ethan es caracterizado como un héroe mítico, casi un semidiós, es simplemente porque se rehusa a detenerse. Su necedad y su fe en sus amigos es lo que lo motiva a seguir adelante y salir victorioso. Puede que no sea el protagonista más creíble del mundo —más que nada por lo invencible que es—, pero son sus características más humanas las que lo diferencian de gente como Gabriel, y por supuesto, de la Entidad.

Todo aquello está muy bien, por lo que todavía no termino de entender porqué buena parte de la primera hora de “Misión: Imposible – La sentencia final” está dedicada a conectarla con las películas anteriores. No incluiré spoilers en este texto, por lo que solo diré que, si no se quieren sentir muy perdidos con esta película, les recomiendo que no solo vean la entrega anterior, “Sentencia Mortal”, si no también el filme original de 1996, y sorpresivamente, “Misión: Imposible III”, del ya mencionado JJ Abrams. Como se mencionó líneas arriba, lamentablemente, dichos vínculos no terminan de cuajar, no solo porque se sienten forzados, si no también porque son transmitidos con breves flashbacks a escenas previas, los cuales hasta hacen que la primera parte de la película se sienta más como un tráiler estirado (al estilo de un homenaje a Cruise y la franquicia), que como un largometraje narrativo regular.

No obstante, nada de eso llega a arruinar la película. De hecho, es a partir del segundo acto que “Misión: Imposible – La sentencia final” por fin agarra viada, y una vez que atrapa al espectador, no lo suelta. Sí, muchas de sus secuencias de acción hacen referencia y hasta se sienten muy similares lo que hemos visto en entregas anteriores, pero igual logran destacar, generando tensión por montones. Consideren, por ejemplo, el pequeño viaje que hace Ethan al submarino hundido, que involucra el uso de un traje especial, un gran número de cuartos llenos de agua, y momentos en los que verdaderamente sentimos que podría morir. Y por qué no, una pelea editada en paralelo con otra trifulca, que aprovecha al máximo la sensación que el espectador tiene de que, bueno, todo está en juego.

Sin embargo, es en su tercer acto donde “Misión: Imposible – La sentencia final” verdaderamente brilla. Puede que el camino para llegar al desenlace de la película sea algo rocoso, pero lo que importa es que McQuarrie y Cruise hacen un buen trabajo cerrando no solo esta historia si no también la narrativa de la franquicia en general. La última media hora de “Misión: Imposible – La sentencia final” es de lo más intenso que haya visto en un buen tiempo, e involucra tanto la participación del equipo entero de Ethan (incluyendo a un nuevo miembro que regresa después de literalmente décadas), como una secuencia de peligro real en la que vemos a Cruise haciendo piruetas en un avión en pleno vuelo. No exagero cuando digo que toda esta sección de la película me dejó con las manos sudadas, tanto así que, al salir de la sala de cine, me sentía exhausto.

De hecho, creo que ese es un buen ejemplo de lo que “Misión: Imposible – La sentencia final” representa. Como le decía a un compañero al salir del cine: esto es un montón de película, incluyendo todo tipo de secuencias de suspenso, locaciones variadas, momentos de peligro innegable, personajes antiguos y nuevos, y la sensación de que si Ethan falla, el mundo entero podría llegar a desaparecer. Para esto último, tenemos escenas con la Presidenta y todos sus líderes gubernamentales, incluyendo al buen Kittridge (Henry Czerny), el General Sidney (Nick Offerman), Serling (Holt McCallany, de “Mindhunter”), y Angstrom (Mark Gatiss). Puede que Hunt esté en el campo arriesgando su vida, pero es a través de estas figuras que logramos entender lo que está en juego, haciendo que la narrativa funcione a escala global.

A estas alturas del partido, no es necesario decir que Cruise es Ethan Hunt —ha estado interpretando al personaje por tanto tiempo, que básicamente se ha convertido en él. De hecho, hasta se podría considerar a “Misión: Imposible – La sentencia final” como una suerte de homenaje a Cruise y todas las maneras en las que ha arriesgado su vida para entretenernos. Y es aquí donde el famoso actor se luce más, convirtiendo a Hunt en una fuerza de la naturaleza, absolutamente abnegado, siempre pensando en los demás por encima de sus propios intereses. Además, se percibe como una suerte de Buster Keaton moderno, usando todo su físico para meter a Hunt en diversas situaciones de peligro: en el fondo del mar, en el aire, en el interior de submarinos, en la calle, donde sea. Si creemos en “Misión: Imposible – La sentencia final”, es porque creemos en Hunt; y si creemos en Hunt, es porque creemos en Cruise.

“Misión: Imposible – La sentencia final” se termina sintiendo, pues, como una película en la que quisieron meterlo todo. Nos habla sobre los peligros de la I.A., sobre el valor de la humanidad, sobre la importancia de la compasión, y por qué no, sobre lo increíble que es Tom Cruise (e Ethan Hunt; bueno, son básicamente lo mismo). McQuarrie dirige con aplomo, otorgándole verdadero contraste y estilo a la cinematografía digital, y usando algunas herramientas cinematográficas clásicas, como planos aberrantes y transiciones que pondrían muy contento a George Lucas. Hay flashbacks y personajes de películas previas y muertes y vidas salvadas y todo bajo la sombra de un posible apocalipsis nuclear. Cruise es Cruise, el reparto secundario es espectacular (brillan la gran Hayley Atwell y una intensa Pom Klementieff), y la experiencia en general los dejará absolutamente drenados. Puede que “Misión: Imposible – La sentencia final” no sea la película más coherente de la franquicia, pero con todo y defectos, la disfruté mucho. Ahora, es hora de dejar descansar a Cruise (al menos de tanta misión supuestamente imposible).

Crítica de Sebastián Zavala Kahn

Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.

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