¿Qué pasaría si un héroe de acción fuese incapaz de sentir dolor? Esa es más o menos la premisa general de “Novocaine, sin dolor”, aunque no es que podamos llamar a su protagonista, Nate (Jack Quaid), un héroe de acción. Al menos no desde un inicio. Resulta que el chico tiene un desorden congénito que le impide sentir dolor y que, lejos de ser un super poder, lo obliga a comer comidas líquidas o suaves, ir al baño cada tres horas para que su vejiga no explote, y quedarse en casa la mayor parte del tiempo. De hecho, es el tipo de persona que le huye a cualquier tipo de aventura o reto, tanto así que se pasa la mayor parte del tiempo jugando videojuegos online con un amigo al que nunca ha conocido en persona (Jacob Batalon, el mismísimo CEO del Sexo).
Evidentemente, su vida termina cambiando, tanto para bien como para mal. Un día se anima a salir con la chica de sus sueños, Sherry (la encantadora Amber Midthunder, de “Depredador: la presa”), quien trabaja junto a él en un banco. Ella atiende al público, mientras que él es el subgerente. Y la cita sale súper bien, tanto así que terminan pasando la noche juntos. Pero el día siguiente el banco es asaltado por un grupo de maleantes liderados por el psicótico Simon (Ray Nicholson, a quien vimos hace poco en “Borderline”), y peor aún, los maleantes se llevan a Sherry de rehén. ¿Qué hacer? Pues por primera vez en su vida, Nate decide tomar cartas en el asunto e ir por Sherry, empecinado en salvarla por más de que la policía, liderada por la detective Mincy (Betty Gabriel) le pida que haga un paso al costado.

Curiosamente, pues, “Novocaine, sin dolor” se lleva a cabo como una experiencia bastante romántica. Nate acaba de conocer a la chica de sus sueños, y por ende, no va a dejar que nadie se la quite —es razón suficiente para motivarlo no solo a salir a tener una aventura por primera vez en su vida, si no también a meterse en peleas, balaceras y otras situaciones de violencia. Si la película demora un poco en arrancar, es porque le da la suficiente importancia al “meet cute” entre Nate y Sherry; los directores Dan Berk y Robert Olsen, así como el guionista Lars Jacobson, entienden que, para que la trama funcione, la química entre Nate y Sherry tiene que ser alucinante, como para que el espectador empatice y se preocupe por ellos.
No hace falta aclarar, entonces, que tanto Jack Quaid como Amber Midthunder están muy bien en “Novocaine, sin dolor”. La segunda ya había demostrado ser una excelente heroína de acción en su película de la franquicia de “Depredador”, y acá termina interpretando a un personaje que, felizmente, es algo más que la arquetípica damisela en peligro. De hecho, la película cuenta con un giro narrativo relacionado a ella (no se preocupen, no lo spoileraré) que verdaderamente me sorprendió. Y el primero es simplemente encantador, interpretando a Nate como un verdadero bonachón que se ha metido en una situación para la que no está mentalmente preparado, pero sí físicamente preparado.
Lo cual me lleva, por supuesto, a hablar de la acción. El concepto de tener una protagonista que básicamente puede sufrir todo tipo de daño sin quejarse o detenerse está lleno de potencial, y “Novocaine, sin dolor” lo aprovecha… hasta cierto punto. Disfruté de las secuencias de acción cada vez más violentas, que involucran tanto puñetazos como navajas y, cómo no, armas de fuego. Destaca el momento en el que Nate se llena los puños de pedazos de vidrio para poder acabar con un oponente, así como el enfrentamiento final, en el que felizmente recibe ayuda para poder terminar con el asunto de una vez por todas. Nate no siente dolor, pero tampoco es invencible; es invulnerable en la superficie, pero lógicamente, eso no quiere decir no pueda morir o ser asesinado.

No obstante, si hay cierto momento en el que “Novocaine, sin dolor” se llega a sentir un poco repetitiva y hasta sosa, especialmente durante el segundo acto. Me gustó el inicio (más que nada porque resulta muy creíble tener a un protagonista que lo sacrificaría todo por Amber Midthunder), y disfruté del violento y sangriento y exagerado tercer acto. Pero el punto medio de “Novocaine, sin dolor” podría estar un poco mejor; es ahí donde el concepto central de la película se deja de aprovechar tan bien, y donde la experiencia se torna soportable principalmente gracias al carisma de Jack Quaid, uno de los pocos Nepo Babies de Hollywood al que da gusto apoyar (un grupo en el que también se encuentran figuras como Maya Hawk o, por supuesto, Ray Nicholson, quien también aparece acá).
No hay mucho más que pueda escribir sobre “Novocaine, sin dolor”, la verdad. Es una experiencia deliciosamente violenta que no se toma muy en serio a sí misma, y que si no fuese tan sangrienta o hasta gory por momentos, podría ser recomendable para un público más amplio. La mayoría de gags funcionan, Jack Quaid y Amber Midthunder son encanto puro, y el concepto es aprovechado de forma competente, como para resulta en una película que, sin llegar a ser extraordinaria, es suficientemente original y divertida. “Novocaine, sin dolor” es entretenimiento ligero y ligeramente ambicioso; nada alucinante, pero curiosamente, sí lo suficientemente convincente como para que uno se quede con ganas de ver una potencial secuela. Habrá que esperar, no más.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine SebaZavaReviews desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.