Con relativamente poca fanfarria, ha llegado a cines “La primera profecía”, una precuela del clásico de terror de 1976 de Richard Donner, sobre el hijo del diablo marcado por el número de la bestia (el 666). Es una propuesta arriesgada, pues, animarse a realizar una historia ligada a aquella famosa producción, especialmente considerando la gran cantidad de secuelas decepcionantes, y por supuesto, la existencia de un terrible “remake”. Por más de que “La primera profecía” no haya tenido mucha publicidad por estos lares, no se puede negar que la directora y coguionista Arkasha Stevenson debe haber estado bajo mucha presión para desarrollar algo digno del filme original.
Felizmente, la novel directora puede respirar tranquila. “La primera profecía” es una precuela intensa y por momentos chocante; una cinta de terror que se toma su tiempo —para algunos, quizás demasiado— para desarrollar bien a su protagonista, y para entregarnos una historia que mucho tiene que decir sobre el abuso sexual, la forma en que la Iglesia percibe y utiliza a las mujeres —especialmente a las monjas—, y el rol de la religión en nuestra sociedad. Y la buena noticia es que “La primera profecía” desarrolla todos estos temas a través de una narrativa que se mueve con propósito y que, para el beneplácito de los fanáticos del género, cuenta con varios momentos de innegable horror.
“La primera profecía” se lleva a cabo unos años antes del primer filme, en 1971, y tiene como protagonista a Margaret (Nell Tiger Free), una novicia huérfana que es enviada de los Estados Unidos a Roma por el Cardenal Lawrence (Bill Nighy) para vivir en un convento y, con suerte, convertirse en monja. Es ahí donde conoce a Luz (Maria Caballero), otra novicia que está a punto de convertirse en monja. Y a varias niñas que viven en el orfanato que maneja la hermana Silvia (Sonia Braga), incluyendo a Carlita (Nicole Sorace), una chica perturbada que no se lleva muy bien con sus compañeras.
Todo parece estar bien, inicialmente, hasta que, como se deben imaginar, comienzan a suceder cosas inexplicables y violentas. Es por ello que Margaret termina conociendo al padre Brennan (Ralph Ineson, de “La Bruja” y la reciente “Ritos Ocultos”), un sacerdote excomulgado que le revela que existe un culto dentro de la Iglesia. Un culto que, para ganar nuevos adeptos y convencer a las nuevas generaciones de que vale la pena creer en ellos, deciden CREAR algo para que la gente tema. En pocas palabras: deciden crear a un enemigo: el hijo del Diablo. Y para ello, parecen haber elegido a la pobre Carlita. O al menos eso es lo que parece…
Lo que trata de hacer “La primera profecía”, entonces, es explicar la historia de trasfondo de la familia del recordado Damián. Y si algo deben recordar de aquella cinta, es que se menciona, brevemente, un incidente en una iglesia que se quema, y que involucra a la madre del chico. Algo de eso vemos acá, pues, pero para llegar a aquel momento, pasamos por varios incidentes relacionados al ya mencionado culto religioso, así como momentos de suspenso que involucran a nuestra protagonista. Margaret es, después de todo, una ex chica problemática; alguien devota a Dios, que sin embargo sufre todavía de algunas visiones perturbadoras.
Visiones que, como se deben imaginar, puede que estén relacionadas (o no) a la pronta venida del hijo del diablo. Lo mismo se puede decir de la pobre Carlita, una chica incomprendida precisamente por las visiones que tiene y sus reacciones a las mismas. La relación que entabla Margaret con Carlita es de lo mejor que la película tiene para ofrecer; ayuda a desarrollar varias escenas de calma entre ellas, pero también a justificar lo que sucede durante el tercer acto. Hasta cierto punto, “La primera profecía” es una película sobre dos personas (supuestamente) problemáticas que se encuentran, y que sin querer —y por haber sido manipuladas por una institución hambrienta de poder— se ven involucradas en la llegada del Anticristo.
Todo esto es bastante interesante, y parcialmente trata de emular a lo que Richard Donner hizo con la película original. De hecho, el estilo de dirección de Arkasha Stevenson se siente bien “a la antigua”, haciendo uso de “zooms” lentos, movimientos de cámara precisos, y ciertas escenas chocantes, para desarrollar una palpable sensación de tensión y anticipación a lo largo de la película. Además, “La primera profecía” se demora un poco en arrancar, lo cual podría impacientar a ciertos espectadores, pero a la vez, se siente muy apropiado para un filme que intentar vincularse con una producción de los años setenta. Y valgan verdades, el primer tercio de la película, por más de que pueda sentirse un poco lento, ayuda a establecer a las protagonistas y sus relaciones, incluyendo, además, un par de momentos de horror.
Como Margaret, Nell Tiger Free nos ofrece una interpretación empática, realista, que ayuda a que el espectador se relacione con el personaje. Desarrolla a la chica como una mujer que, inicialmente, intenta olvidar sus traumas del pasado, pero que poco a poco los va recordando mientras intenta ayudar a la Carlita de Nicole Sorace. Por su parte, Ralph Ineson está suficientemente intenso como el padre Brennan —un hombre que por fuera puede parecer algo loco, pero que poco a poco va demostrando tener la razón. Bill Nighy le otorga una cualidad ambigua al Cardenal Lawrence; Maria Caballero destaca como Luz, la única amiga de Margaret, y Charles Dance no tiene más que un cameo como el Padre Harris (en serio; solo aparece por un par de minutos).
Pero me imagino que la mayoría de espectadores se animarán a ver “La primera profecía” por el terror, y en ese sentido, el filme está… bien. El primer tercio incluye algunos momentos escalofriantes intercalados con las escenas de desarrollo de personaje, pero es a partir de la segunda mitad de la cinta que la cosa se pone buena. Lo que tenemos acá no es necesariamente un filme estilo “gore”, y sin embargo “La primera profecía” igual contiene algunas imágenes bastante fuertes, las cuales seguramente perturbarán a más de un espectador. Y como se dio a entender líneas arriba, todo aquello está al servicio de una historia que mucho nos dice sobre el abuso (principalmente sexual) por parte de la Iglesia hacia las mujeres —representado, por supuesto, por la FORMA en que el hijo del diablo debe ser concebido. Seguro más de una persona se tapará los ojos durante esas escenas.
“La primera profecía” me sorprendió gratamente. Sin hacer mucho ruido, logra desarrollar una historia que empalma muy bien con la película original de Gregory Peck, y que incluso a nivel de dirección, se siente más de la “vieja escuela” que la producción de terror promedio. Haciendo uso de momentos de verdadero horror —incluyendo imágenes chocantes y situaciones traumáticas—, ciertos homenajes a la película original de “La profecía” , y actuaciones de buen nivel (espero ver a Nell Tiger Free en más cosas), “La primera profecía” se convierte rápidamente en unas de las propuestas de género más recomendables del año (o al menos de lo que va del año). Puede que no llegue a estar al mismo nivel que su predecesora (o a nivel narrativo, su sucesora), pero al menos merece ser nombrada en la misma oración que aquel clásico filme. Les tomó cuarenta y ocho años, pero se pudo lograr.
Crítica de Sebastián Zavala Kahn
Comunicador audiovisual y crítico de cine. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP; Maestría en Artes de MetFilm School en Londres; miembro de la APRECI —Asociación de Prensa Cinematográfica—, y la OFCS – Online Film Critics Society, y crítico oficial de Rottentomatoes.com. Integra el staff de las webs de Nintendo Pe, Cinencuentro y Ventana Indiscreta. Maneja el blog de cine Proyectando Ideas desde el 2012. Cofundador de NoEsEnSerie.com y FotografíaCalato.com, y coautor del libro Videogames You Will Never Play, del colectivo Unseen64.
¡Buena crítica!